Victoria para la autocrítica

M.G.Reigosa EL PERISCOPIO

DEPORTES

14 feb 2018 . Actualizado a las 23:04 h.

Difícil explicar el resultado a cualquiera que no viese el partido. Y mal hará el Real Madrid si persevera en su gran pecado de esta temporada, la falta de autocrítica, porque lo mejor que puede sacar de la ida de los octavos de final es el resultado. Encontró dos goles cuando peor estaba, gracias a la irrupción de Marco Asensio, que acuchilló al PSG con dos entradas por la banda. Un centro lo mal despejó el portero y lo cazó Ronaldo con la rodilla. El otro lo golpeó con maestría Marcelo, y con la fortuna de que tocó en un rival.

En la primera parte el colectivo de Zidane ejerció un dominio ficticio. Tuvo más el balón, pero le servía de poco porque apenas inquietaba al rival. Tan es así que el peligro no llegó por la elaboración sino por los robos de balón y una contra dilapidada por Ronaldo en el mano a mano con el arquero.

El PSG tampoco se mostró como un equipo que domine la escena. Quizás porque necesita poco para armar el peligro. Los espacios que abre Cavani a sus compañeros, la verticalidad de Mbappe y las galopadas de un individualista Neymar son amenazas constantes. En una acción rápida nació el primer tanto, obra de Rabiot. Remató solo, en el área. Imperdonable. El empate llegó en un penalti aislado. En la segunda parte el Madrid perdió fuelle. Pero supo mantenerse a flote sin renunciar a su suerte. La encontró.

Ganó, no mandó. No estuvo fino en el repliegue, apenas creó peligro con el juego combinativo, bajó enteros tras el descanso, lo pasó mal. Y, a pesar de todo, se lleva un 3-1. Quizás por el peso de la genética, lo único que no puede comprar el club francés. Aun así, la eliminatoria se presenta abierta. Y si el PSG deja espacios, el Real Madrid puede ser letal. Promete el partido de vuelta.