
Federer ya admite la opción de jugar Roland Garros, consciente de su última oportunidad ante los problemas de Nadal, Murray y Djokovic
14 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Todo le sonríe a Roger Federer en los últimos tiempos. Son muchos los que opinan que a sus 36 años está jugando el mejor tenis de su carrera, y no cabe duda de que una de las razones ha sido su acierto a la hora de elegir la programación adecuada de su temporada. «Lo más importante para mantener la longevidad y la salud es la programación de la temporada», reconocía el tenista suizo en unas recientes declaraciones.
Asesorado por Pierre Paganini, su preparador físico de siempre, Roger Federer tomó la decisión la pasada temporada de no jugar en París. Pierre decía que, en contra de lo que la gente piensa, las rodillas sufren más en tierra batida por las frenadas que en cualquier otra superficie, y por aquel entonces había que proteger la rodilla recién operada de su jugador. Además, obviamente, las posibilidades del campeón suizo de ganar en Roland Garros en aquel momento, con Nadal en forma, eran escasas. Mucho riesgo y desgaste para afrontar el resto de la temporada, teniendo la alternativa de poder disputar a tope Wimbledon y el US Open. Así que ni pisó la tierra.
Seguro que la renuncia a Roland Garros fue dolorosa para Federer, pero los hechos demostraron que la decisión fue un completo acierto, visto el pletórico estado físico y de forma mostrado por el jugador suizo desde entonces hasta el momento actual.
Sin embargo, después de una temporada que en principio debería reforzar la repetición de la programación de torneos en la actual, o incluso adelgazarla, concurren nuevas e importantes circunstancias que hacen que el número del mundo y su entorno duden sobre la posibilidad de jugar en París.
Rivales a la baja
¿Cuales son esas circunstancias que podrían hacer cambiar los planes de Federer? La primera es que coincide el estado de forma extraordinario del jugador con las lesiones o la baja forma de sus principales rivales, como Djokovic, Murray, Wawrinka, Raonic y Nishikori. Otros, como Thiem, Dimitrov o el joven Zverev, no están dado la sensación de madurez necesaria para batirle en Paris, y Kyrgios no es tan peligroso en tierra.
Pero sobre todo, la circunstancia más importante a tener en cuenta por Roger Federer y su entorno son los problemas que arrastra Rafa Nadal, y la posibilidad de que el español no llegue a París en las mejores condiciones. Ausente, o sin estar en óptima forma, y tal como están el resto de sus principales rivales, a Federer se le presenta una oportunidad única para conseguir su segundo Roland Garros, volver a ganar en la superficie en la que se crio y en la que la coincidencia en el tiempo con un inaccesible Nadal redujo su palmarés a una sola victoria en la tierra parisina.
Pero, además de la posibilidad de triunfar en París, por la mente de Roger Federer pasa algo que parecía ya impensable a su edad: conseguir el Grand Slam, ganar los cuatro grandes torneos en un solo año, el sueño dorado de todos los grandes campeones de la historia del tenis. Algo que en la categoría masculina solo han conseguido Donald Budge en 1938, y Rod Laver en 1963 y 1969.
Con el título de Australia en el bolsillo, favorito en Wimbledon, y con tantas posibilidades como el que más en el US Open, la posibilidad de triunfar en Paris le acercaría al broche de oro de su fantástica trayectoria. La vida es elegir. En todos los ámbitos. También en el tenis. Federer lo reconocía a principios del 2018: «Jugar o no jugar en Roland Garros es la decisión más importante de la temporada».