De Marchi fue el más listo en Luíntra

Luis Manuel Rodríguez González
luis m. rodríguez LUÍNTRA / LA VOZ

DEPORTES

MIGUEL VILLAR

Yates continúa líder, aunque fue el Movistar el que sofocó el asalto de Pinot a la primera plaza

06 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

LA VUELTA, EN GALICIA

Un italiano de 32 años, nacido en la región del Friuli, exhibió en la ourensana meta de Luíntra su habilidad para negociar escapadas en grandes pugnas ciclistas por etapas. En su arma luce tres muescas, por lo que al palmarés de la Vuelta a España se refiere, ya que el triunfo en la entrada a Galicia se une a los obtenidos en la jienense Alcaudete (2014) y en la cántabra Fuente del Chivo (2015). En la batalla del Canón do Sil -más de doscientos kilómetros mediante- le costó soltar a todos sus contrincantes, pero a la postre entró en solitario para reencontrarse con la victoria tres años después.

Se cumplieron las previsiones que apuntaban a numerosos intentos de fuga, desde la salida en Mombuey. De hecho, el tren infernal (48 kilómetros/hora) forzado en la primera mitad de la carrera propició que se batieran todas las medias de velocidad más optimistas.

Más de cien kilómetros de ataques y contragolpes dieron paso a la fuga buena, diecinueve hombres, entre los que se coló el galo Thibaut Pinot, con poco más de dos minutos y medio perdidos con el líder. Después de subir el Padornelo y Covelo, el grupo de avanzados llegó a los cuatro de renta, antes de ascender hacia Trives, momento en que sonó la sirena del Movistar, a la vista de que el Mitchelton del líder Yates se mostraba pasivo. Y es que el francés de Groupama ya soñaba con vestirse de rojo, acompañado de flechas como Mollema, Rolland, Majka, Omar Fraile, Henao y Roche, capacitados para salvar los últimos repechos y el puerto puntuable del Mirador de Cabezoás.

Fue entonces cuando Alessandro de Marchi (BMC) y el colombiano Jhonatan Restrepo (Katusha) se liberaron de las vigilancias del vagón cabecero y se dispusieron a jugarse la etapa mano a mano. La potencia de ambos fue incuestionable y su trabajo en conjunto se mantuvo hasta la tachuela con entidad del Pombar, donde el italiano se marchó solo a falta de cinco kilómetros. Pese a una tormenta local que los cazó de lleno, Alessandro accedió a una meta seca y rendida al esfuerzo de un vencedor visiblemente emocionado, al santiguarse y besar el tatuaje que recuerda a su familia.

En el Movistar clamaban contra la pasividad del equipo de Yates, que continúa líder tras entrar en el pelotón principal a 2.02 del protagonista de la jornada, en un escenario de postal.

Fernando Escartín la definía hace semanas como engañosa, pero lo cierto es que la duodécima entrega de La Vuelta a España, 181 kilómetros entre Mondoñedo y Faro de Estaca de Bares-Mañón, encendió la luz de alarma en el pelotón. Como señalan todos los analistas, el irregular territorio que bordea la costa lucense, hasta llegar al emblemático final, pondrá las orejas tiesas a directores y ciclistas, estos últimos con el lastre en la mochila del esfuerzo de ayer en dirección a Luíntra. Aunque a los favoritos les gustaría guardar fuerzas con vistas a la terna asturiana, quizás no puedan permitirse el lujo de disfrutar de un idílico paseo hasta el punto más al norte.