Por estos nombres circulan todos los rumores y pronósticos ante el inminente inicio de la NBA.
Los Warriors querrán sellar su marca en el libro de oro y obtener su cuarto título en cinco temporadas. Ese es el objetivo. Los Angeles Lakers vuelven a ser el foco y objeto de deseo del glamour para los aficionados púrpuras y la televisión. Y el resto del baloncesto, o una amplia mayoría, desea el triunfo de un entrenador joven, en una mítica cancha como es Boston.
LeBron decidió este verano dar una vuelta de tuerca a su vida de película. Su fichaje por los Lakers ha revivido a los angelinos. Hay una expectación desbordada. Y la pretemporada ha servido para asegurar que en Los Ángeles se espera algo grande este año. Si logran llegar a la final o alcanzar el anillo, el impacto de James en la NBA será recordado para siempre y el chicho de Akron es un devorador de récords y tiene una ambición desmesurada.
Pero claro, en San Francisco no están por la labor de aceptar que el año de los Lakers sea fácil y positivo. Son compañeros de viaje en la misma conferencia y eso significa que habrá el doble de duelos de los habituales entre Stephen Curry y LeBron James. Más morbo todavía. El conjunto de Steve Kerr se sigue rehabilitando. Y tienen una diana especial. Lograr el three-peat. Ese ganar tres veces seguidas, al alcance de casi nadie en la NBA. Sus valores serán los mismos.
Boston Celtics y unos renovados Toronto Raptors, que han cambiado a su estrella, son los principales opositores en el lado Este. Los verdes fían todo su arsenal bajo la astuta mirada del entrenador de moda en Estados Unidos, Brad Stevens. Mantiene el bloque del año pasado y esperan que el trébol de la suerte los arrope esta temporada. Final de cine, Lakers contra
Celtics. Reclamo televisivo del máximo nivel. Cotización estratosférica de aficionados y seguidores. La NBA lo tiene todo preparado.