
La modalidad captura y suelta no es la panacea y muchos pescadores no son partidarios de ella
16 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.No hay nadie que afirme que la pesca deportiva sea mejor hoy que hace cuarenta, treinta o veinte años, pero ¿es que hay alguna especie que nos despierte interés que sea ahora más abundante? Ninguna. La acción del ser humano sobre su entorno es tan demoledora que, de seguir a este ritmo, en breve nos quedaremos solos y por supuesto ante el peligro. El hábitat que hemos y estamos generando, es invivible para múltiples especies que no tienen capacidad de respuesta frente a nuestra continua agresión.
Ante este panorama, ¿qué podemos hacer los pescadores para aumentar el número de peces en nuestros ríos? Creo, honestamente, que casi nada, porque estamos embarcados en una sociedad montada en un disparatado consumo energético fomentada por gobiernos e instituciones y aplaudida por todos los ciudadanos, pescadores incluidos, y que tiene una profunda influencia sobre nuestros peces.
Escuchar a los técnicos
Sin embargo, y si tuviese que sugerir alguna posible mejora, empezaría por pedirle a la Administración que hiciese justo lo contrario a lo que piensa. Si simplemente escuchase a sus técnicos; seguramente no permitiría extraer un solo guijarro del lecho de un río sin su expreso consentimiento; seguramente no permitiría los incontrolados vertidos de purines al caudal fluvial; seguramente no permitiría la suelta de alevines de salmón en determinados ríos y por simples presiones, sin estudiar las causas y razones de su declive; seguramente no permitiría que en el único río salmonero de la provincia de A Coruña haya una minicentral que turbine en las épocas de estiaje; seguramente no permitiría que un precioso río como el Sor padezca una seria contaminación química, sin estudiar sus causas, que en períodos de fuertes lluvias otoñales la acidez se dispare a valores entre 100 y 500 veces superiores al agua pura (donde por cierto soltaron alevines, lo declararon salmonero y se quedaron tan panchos), seguramente no permitiría la pesca de la angula cuando su población se ha visto reducida en un 95 % en los últimos 40-50 años; seguramente aumentarían la vigilancia; seguramente perseguirían a los furtivos; seguramente pondría en la calle a los incompetentes y además, seguiría los consejos de Pepe Casal priorizando los cuidados del río por encima de cualquier otra variable relacionada con los peces y la pesca.
La Administración
La Administración no puede seguir dando la espalda a un tema tan importante y arraigado en la cultura gallega y lo menos que puede hacer es un seguimiento de la riqueza fluvial de nuestros ríos. No creo que nuestras poblaciones piscícolas, aunque muy mermadas, se encuentren en peligro de extinción, pero es subjetivo y lo que hay que hacer es cuantificar lo que tenemos, muestreando aquellos ríos que son representativos, porque el pescar más o menos no solo depende de la población de peces, la climatología, el clima, las particularidades del río y un larguísimo número de factores que son determinantes en una jornada de pesca incluido, claro está, la habilidad del pescador.
No obligar a la pesca sin muerte
Sin datos científicos y objetivos no se puede pedir y hasta casi obligar de forma masiva e indiscriminada la modalidad captura y suelta, cuando muchos pescadores, entre los que me encuentro no son partidarios de ella.
Creo que los derechos históricos juegan un papel que al menos obligan a un respeto y a una tolerancia por ambas partes y que mientras no se demuestre lo contrario, tal modalidad no es en absoluto la panacea y mucho menos en peces migratorios en donde la influencia del medio marino es determinante, haciendo su efecto prácticamente despreciable, tal y como desgraciadamente se demuestra en un pez tan maravilloso como es la anguila que, números en mano, si se encuentra en peligro de extinción.
Tan poco respeto me merece aquel pescador que sistemáticamente esconde y guarda sus capturas, incluso vivas, sin límites ni tamaños, como el que presume de pescar sin muerte y se pasa el día pescando, clavando y desclavando todo aquello que captura (sin límites de espacio y tiempo), con el único objetivo su propio placer a costa de un pez, lo que a mi juicio supone un maltrato a un ser vertebrado, algo que curiosamente parecen ignorar no pocas organizaciones ecologistas, aunque no todas.
Pero creo que con la necesaria tolerancia entre colectivos, la imprescindible ayuda y cariño de la Xunta hacia este colectivo y un obligado cuidado a nuestra fuente de diversión y deporte, podremos seguir, por ahora, desempolvando nuestras cañas con el devenir de cada temporada. Que así sea…