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Pasaron pocas cosas en Riazor, y eso teniendo en cuenta el escenario y el rival, dice mucho del Lugo. La velocidad a la que movía el balón el Dépor, no tenía consecuencias y el Lugo era capaz de defender de forma ordenada, sin excesivos apuros. Los rojiblancos se están acostumbrando a defender y a hacerlo durante bastante tiempo sin sufrir y sin echar de menos el balón.
Buenas noticias, porque dominar este registro lo va a acercar a la salvación más pronto que tarde, sin ninguna duda. En Riazor, la dictadura de la posesión no importó porque la sensación es que el equipo herculino en muchas fases tuvo el balón donde querían los de Alberto Monteagudo. Lejos de zonas peligrosas y con pases horizontales carentes de profundidad. La cosa se complicó en la segunda parte, quizás porque pasar por el estadio coruñés sin apuros hora y media no es normal. Para ese rato, Carlos Pita y especialmente Juan Carlos, echaron el resto para regocijo de los lucenses que viajaron por la A6 para acompañar a su equipo.
Punto de mérito y de prestigio. No se aleja el Lugo de posiciones comprometedoras, pero sí se acerca al objetivo. Que la euforia hoy sea de los seguidores y de los jugadores. Dirección deportiva y cuerpo técnico tienen que seguir trabajando para aprovechar las oportunidades que el mercado proponga.
Con rigor, criterio y cordura, pero también con determinación. Los demás también lo harán. Ellos mejor que nadie saben qué y cómo mejorar esta plantilla. Un equipo por otra parte maduro, serio y profesional. Hoy lo volvieron a demostrar otra vez.