La realidad del fútbol desmiente que una competición así pueda generar tales ingresos por club

Fernando Hidalgo
Subdirector
Paulo Alonso
En La Voz desde 1999.

Un filtrador interesado (el borracho de bar al que hace referencia Javier Tebas) aseguraba que un club como el Real Madrid podría cobrar unos novecientos millones de euros gracias a su participación en una futura e hipotética Superliga Europea. ¿Es viable semejante barbaridad de ingresos? Aunque es una hipótesis de futuro y hablamos de una situación nueva difícil de estimar, lo cierto es que los datos actuales desmienten con contundencia cualquier escenario no ya que se aproxime al de la millonada mencionada, sino que se acerque significativamente. El primer dato es elocuente: el Real Madrid se embolsó 88 millones de la Champions del 2018, en la que resultó campeón, es decir, diez veces menos que lo que se está asegurando que generará el magatorneo de clubes que se pretende instaurar desde la ECA (Asociación de Clubes Europeos).

Es más, ¿cuánto ingresó la UEFA durante la pasada temporada? Un total de 2.789 millones de euros en diferentes conceptos, el 81 % procedentes de los derechos de televisión. Con todo este dinero apenas sí se pagaría a tres clubes, según los argumentos del presunto borracho del bar de Tebas.

No son nada despreciables las cifras que se mueven hoy en día. Por ello, esa hipótesis de futuro con clubes ganando casi mil millones de euros en premios es más bien ciencia ficción. Pongamos como ejemplo la cita planetaria del fútbol por antonomasia, el Mundial. La FIFA, en el cuatrienio pasado, del 2015 al 2018, es decir, el de la Copa del Mundo de Rusia, ingresó según sus propios informes financieros un total de 5.656 millones de euros, cifra que estiman aumentar en unos mil millones de euros de cara al Mundial de Catar. Son cantidades mareantes y destinadas a un torneo, el gran evento de selecciones, que no tiene parangón en el planeta.

Mucho dinero, sí, pero para nada comparable a lo que están vendiendo algunos de los grandes clubes de Europa, cuyas estimaciones significarían pasar de los menos de tres mil millones de euros que ingresa la UEFA en la actualidad, a cerca de treinta mil. Casi nada. Ni los ingresos actuales de las cinco principales ligas del mundo juntas (Premier, Liga, Serie A, Bundesliga y la Ligue) llegan siquiera a los 15.000 millones (14.662), según un informe de Deloitte. Es más, hay estimaciones que sitúan la recaudación de todos los clubes europeos juntos en alrededor de los 26.000 millones de euros.

Vistos estos datos, Agnelli, el máximo dirigente del Juventus, y Florentino Pérez, principales impulsores de la Superliga Europea, deberían de saber que multiplicar por diez los ingresos actuales es más bien una quimera y que, en todo caso, la entrada de dinero nuevo a raudales podría significar a la par la ruina de otras competiciones, especialmente, las domésticas, que perderían caché. Es por ello que parece imposible poder organizar una gran Liga Europea sin el beneplácito del top-5 de las ligas nacionales. Javier Tebas ya ha anunciado que La Liga se opondrá con todas sus fuerzas. Y que lo mismo harán el resto, negándose en redondo a ceder los fines de semana como escenario de los partidos europeos. Y qué decir de la Premier británica. Los ingleses están muy orgullosos de su campeonato, el cual es una de las marcas más potentes en todo el mundo, si de deporte hablamos. Cuesta creer que los gigantes de la Premier tomen algún tipo de medidas que puedan poner en peligro la pujanza de su campeonato nacional, en el que hoy en día tienen un nivel de ingresos espectacular, superando los cinco mil millones de euros, de los que 3.2021 correspondieron en la campaña 2016/2017 a los derechos de televisión, más del doble de lo que logró firmar La Liga en el mismo año.

Hay que concluir que, a pesar de que el fútbol de máximo nivel mueve riadas de millones de euros, todo tiene un límite. Y esa limitación impediría que los grandes trasatlánticos del fútbol mundial, como el Real Madrid, el Juventus o el Bayern de Múnich, pudieran siquiera acercarse a unos ingresos de novecientos millones por su participación en un nuevo torneo.

La Premier, unida contra el proyecto

Tiene la tradición del fútbol, una liturgia especial en los estadios, el modelo de negocio de más éxito del mundo, los mejores jugadores y ahora también una postura común contra la idea de una Superliga europea que relegue a los campeonatos nacionales. Nadie como la Premier League ha presentado una oposición más diáfana, consensuada y significativa contra la idea que defienden algunos de los clubes más poderosos del Europa. El campeonato inglés rechaza por unanimidad los cantos de sirena de la ECA y la UEFA. Y sin el paquete de equipos británicos, hoy por hoy, el plan pierde viabilidad.

Igualdad

Seis equipos capaces de ganar cualquier título

La Premier cuenta con una clase alta de la que no dispone ninguna otra competición del mundo, donde con frecuencia son dos o tres equipos los que, gracias a un poder económico a años luz del resto, se disputan la mayoría de los títulos. Seis clubes, Manchester City, United, Chelsea, Arsenal, Liverpool y Totenham forman esa primera línea. La igualdad hace que en cualquier jornada haya enfrentamientos atractivos para el aficionado. Y, pese a la notable posición de dominio del Big Six, hay espacio para las sorpresas, como la que protagonizó el Leicester con el título del año 2016.

Arraigo

Gradas llenas y estadios innovadores

La Premier cuenta con la media de asistencia a sus estadios más alta de Europa. De hecho, sus clubes suponen una avanzadilla en la conversión de los campos de fútbol en auténticos gigantes de ocio, donde se ofrece una experiencia que va más allá de la asistencia a un partido de fútbol. En los principales clubes de Inglaterra, además, no se alimenta el desdén con el que el Real Madrid de Florentino afronta, por ejemplo, las visitas a plazas como las del Huesca, Leganés o Girona.

Calendarios

Fechas de los partidos conocidas desde el verano

La Premier instauró hace años un sistema que permite a los aficionados de cualquier club saber su calendario de partidos completo desde el verano anterior al inicio de la liga, para organizar sus desplazamientos. En la cultura británica, la presencia de aficiones en campos contrarios es frecuente, controlada la lacra de la violencia que dañó su imagen en los años 80. Por eso la sola posibilidad de eliminar el fútbol de la liga inglesa de los fines de semana generó el rechazo total de la Premier. Porque para la liga el fútbol juega «un papel importante en la cultura y en la vida cotidiana» de Inglaterra. «Millones de seguidores asisten a partidos en todo el país, con lealtades y rivalidades locales que a menudo pasan de generación en generación», destaca el comunicado oficial que supone todo un freno a la Superliga.