Oriol Serviá: «¿Riesgo en las 500 Millas de Indianápolis? Cuando iba a 414 por hora solo pensaba en ir a 415»

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IndyCar.com

El adiós de Fernando Alonso le deja como único español en la mítica carrera que se correrá el domingo en Estados Unidos

23 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Faltan cuatro días para las 500 Millas de Indianápolis. La gran cita de la IndyCar. Y las opciones españolas se han reducido a la mitad. Es decir, solo queda Oriol Serviá i Imbers (Pals, Gerona, 1974). El otro 50 % era Fernando Alonso (gran fiasco). Serviá, afincado en Estados Unidos, además, es uno de los favoritos a la victoria en una disciplina en la que acumula una década de experiencia. Su tono durante la conversación es divulgativo, cercano, analítico y ciertamente optimista. En estos momentos, es uno de los pilotos punteros en el mundo, con gran cartel en América.

-¿Pasa más rápido el tiempo o los rivales?

-Vine para un año y llevo veinte, así que...

-[Acto seguido describe pormenorizadamente la IndiyCar y las singularidades de las 500 Millas].

-(...) Hace cincuenta años había circuitos ovales en Sitges, en Monza..., pero esto en Europa ya no lo hay. Es desconocido. Y tiene más chicha de lo que pueda parecer. Vas a 400 kilómetros por hora tomando curvas, entre turbulencias, con todos los pilotos rodeándote. Y todo lo previo es peculiar. Y los descartes sobre los 33 coches como máximo que pueden participar es un proceso duro, cruel, pero no injusto. Porque el que se va a casa ha pagado como el que se queda.

-¿Falta cultura de automovilismo en España y por eso nos fijamos en las 500 Millas solo porque compite Alonso?

-No lo creo. Conocemos lo que tenemos cerca (fórmula 1, ralis) pero es normal. Y, en cierto modo, es verdad. Llega Fernando, y luego se fijan: «Anda, si está Oriol». En España todo es fútbol. Aquí son más capaces de diversificar. Sorprende lo mucho que aprecian varias disciplinas tan diferentes.

-¿Duele esa situación comentada sobre Fernando Alonso?

-...Mmm. Lo entiendo. Fernando es una estrella mediática mundial, un crac con carisma. Internacional. Para el caso, daría igual si fuese español o no. Pero a veces llegamos a extremos... Las 500 Millas es el evento deportivo con más asistencia del planeta, unas 400.000 personas. Más que la Super Bowl y los Juegos Olímpicos. El año pasado casi gano... y me sorprende.

-¿Existe un pulso por certificar qué competición automovilista tiene más prestigio?

-No. Aquí no se percibe como un pulso, por lo que dijimos antes de su modo de concebir el deporte. Y también tienen la Nascar, y la propia fórmula 1, aunque lo ven como un espectáculo de fuera que, de vez en cuando, se celebra en Estados Unidos.

-¿Por qué IndyCar y no fórmula 1?

-Fue sin planearlo. Vine en 1998 a hacer una prueba de la segunda categoría. Yo estoy abierto a todo, pero la vida te va llevando. Apunté a la fórmula 1, con cinco años de carreras en Francia, pero cuando iba a entrar en la fórmula 1, Elf (mi patrocinador) se sale. Tras aquel test en 1998 quedé campeón. Y hasta hoy.

-¿Eso demuestra que este deporte depende más de la financiación que del talento?

-Es que si no tienes financiación, ya puedes tener mucho talento, que te quedas en la Play Station. Ya los inicios desde karting son caros para una familia.

-Su padre, Salvador, es un histórico del automovilismo español. Eso le habrá ayudado.

-No solo que mi apellido, sino que mis padres también pudiesen pagarlo. Ahora incluso por medio de los deportes electrónicos hay chicos muy buenos en simulador, que se ganan una oportunidad. Pero son contados en el mundo.

-La IndyCar todavía eleva más el riesgo. ¿Son los accidentes un macabro reclamo?

-Reconozco que me molesta cuando solo se habla de este deporte cuando hay un accidente grave. Por otro lado, es triste, pero comprensible. Los vídeos de gente caminando por la calle y tropezando son muy vistos. Está en la naturaleza humana.

-¿Ya no tiene percepción del riesgo?

-El riesgo existe, por supuesto. Pero al llegar a este nivel y, después de estar en este contexto desde niños, lo interiorizas y te acostumbras a ese juego con el límite. Se hacen continuos esfuerzos por mejorar la seguridad. Pero no dejas de ir a 400 kilómetros por hora a milímetros del coche de al lado. Fíjate lo que te digo. Cuando yo hice mi récord de velocidad, 414 kilómetros por hora, en ese momento, lo que pensaba era que quería ir a 415.

-¿Pero le da margen a pensar?

-Claro. Hay tanto trabajo detrás que, cuando llegas a la curva no ves el muro que se acerca, sino que el cerebro ya se ha moldeado de tal manera que solo analizas: suspensión, reglajes... y así llevo treinta años.

-¿Cree que ganará este año?

-Llevo años que solo hago esta carrera y no el resto de la temporada. Es como presentarse solo a la final de la Champions o a la Super Bowl. Y el objetivo es ganar. Este año tengo mejor coche y un ingeniero, Bruno Couprie, que me gusta mucho y con el que corrí en el 2011 en el equipo de Paul Newman. Es muy bueno en estrategia. Y yo tengo que estar inspirado. Esta carrera me encanta. Me voy calentando con las vueltas y despierto en las treinta últimas.

-Volvamos a la figura de Alonso.

-Espero que vuelva, con o sin McLaren. Es un lujazo luchar una victoria con él. Debo decir que está en una situación soñada: participar en lo que quiera con el coche que quiera. Como Jim Clark. Ahora el automovilismo es tan especializado y corporativo...

-¿A usted le gustaría poder probar varias disciplinas del automovilismo o realmente solo le gustan fórmulas?

-Por supuesto que me gustaría. Pero no es sencillo. Fernando Alonso ha conseguido convertir una situación de desventaja en un lujo. Y alucino que lo haga como lo hace. Es una pena que en las 500 Millas le haya salido a McLaren el tiro por la culata, pero te aseguro que lo que hace Alonso nos pone celosos a los demás pilotos.

-Ha mencionado a Jim Clark. No se pierda la experiencia de pilotos actuales con su coche... Da que pensar sobre el papel del piloto en la actualidad.

-A ver... el que es Hamilton o Alonso lo es hoy y lo hubiese sido antes. Pero hace cincuenta años, el piloto tenía mucha más influencia sobre el resultado que ahora. De eso no cabe la menor duda.