El viento pone a prueba el autocontrol y la concentración de los jugadores. En esas circunstancias prima la fortaleza mental y la consistencia, cualidades en las que es difícil superar a Nadal. Federer, al que siempre le gusta jugar bonito, intentó adaptarse, pero su tenis de precisión se vio mermado y hubo de rendirse a un rival que le superó hasta en sus mejores características, el saque y los golpes ganadores.
La rápida adaptación de Rafa, muy eficaz al comienzo del partido, fue determinante para el devenir del primer set. Cuando Roger quiso reaccionar, ya perdía 3-0. En el segundo, la rsistencia de Nadal, jugando espléndidamente los puntos más complicados, impidió a Federer, que comenzó bien esa manga, poder refrendar su ventaja inicial. En el tercero Rafa confirmó su superioridad y no dejó ningún hueco por el que un ya desmoralizado Federer pudiese darle la vuelta al marcador.
Vimos un extraordinario Nadal en todo su juego, dando una lección de cómo minimizar los efectos de un viento huracanado y destacando la consistencia de su saque, los passing shots para minar la confianza del juego de ataque de Federer y un revés cruzado excepcional en puntos importantes, con el que desbordó a un sorprendido Federer.
Los datos arrojan números esclarecedores. Nadal metió más primeros servicios (el 81% frente al 59%), y ganó más puntos de esa forma (68% por 61%) y, encima, mostró un balance sorprendente. Cometió menos errores no forzados que su rival, algo esperable (19/34), pero además le superó en ganadores (33/25). Otra sorpresa, Roger no ganó ni la mitad de sus subidas a la red (17 de 35) ante un brillante pasador. A los datos se añade un valor cualitativo: Nadal dio una lección de cómo jugar los puntos importantes. Una lección de cómo jugar en un día incómodo.