Pequeños matices y pinceladas que invitan al optimismo

DEPORTES

Enric Fontcuberta.

19 ene 2020 . Actualizado a las 23:47 h.

a sombra de Guardiola es alargada y no parece que en el futuro haya otro técnico en el banquillo del Barça que resista una comparación con lo que él logró. Alumno aventajado de Johan Cruyff, llevó el juego el FC Barcelona a la excelencia, rodeado de una generación de futbolistas extraordinarios, que además contribuyeron a que España ganara un Mundial de fútbol y dos Eurocopas. Su legado se ha ido diluyendo con el paso de los años, a medida que los talentosos futbolistas que lo hicieron posible se marcharon, como es el caso de Xavi o Iniesta, o encaran la recta final de sus carreras como Piqué o Busquets. Tan solo el talento de Messi ha servido para mantener el estandarte y aumentar el palmarés de títulos. Sin embargo, el estilo se ha viciado. No hubo relevo en la cantera y tampoco acierto en los fichajes.

El del Barça es un banquillo caliente. Devora entrenadores. El último, Ernesto Valverde, al que no le llegó ganar las dos últimas ligas. En el Barça no es suficiente con vencer, también importa la forma de conseguirlo y cómo se pierde. La afición echa de menos la magia de los viejos tiempos. En medio de toda esta marejada por el estilo, ya que el Barça comparte con el Madrid el liderato de Primera, a Quique Setién, que con 61 años disfrutaba ya de los paisajes bucólicos, viendo pastar las vacas en los verdes prados de Cantabria, le llegó la oportunidad que esperó toda su vida. «No se puede estar en un sitio mejor, soñaba con esta oportunidad», dijo el técnico, que rebosa ilusión.

No hubo revolución en su debut. El primer once fue parecido al de Valverde, aunque sí mostró unos primeros matices, como Sergi Roberto, a veces, de tercer central o los minutos a Riqui Puig, que invitan al optimismo. Mejoró la posesión, hubo más pases, aunque con apagón en la segunda parte. Una vez más, Messi resolvió el partido.