Arietes sin cornamenta en el Dépor

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Fernando Vázquez probó a todos sus puntas, pero ninguno llegó siquiera a rematar

08 jul 2020 . Actualizado a las 23:26 h.

Claudio Beavue es un excelente compañero. Ha cuajado enseguida en un vestuario de afinidades múltiples. También entre una hinchada que de inmediato pasó por alto su procedencia viguesa, aunque este extremo solo haya sido probado a través de redes sociales, porque el ex del Celta no llegó a pasar media hora en Riazor antes de que se cerrase al público. En cualquier caso, se convirtió en inspiración durante el confinamiento, alejado de su bebé y acatando al dedillo las instrucciones del preparador físico. Ya de vuelta en Abegondo, no ha perdido esa condición de referente por su entrega en cada entrenamiento. En el futuro, quizá siga el camino de Uche Agbo y demuestre ser un futbolista de combustión lenta. Puede que guarde un montón de días de gloria en el macuto. De momento, nadie ha podido echarle un vistazo a ese fondo de la mochila. No viajó con ella a La Rosaleda.

Allí se presentó sin equipaje, e hizo mal; porque puesto a pasar una hora solo, mejor llevar un libro. Cualquier entretenimiento habría servido, porque pese a esa gran camaradería, ningún colega quiso hacerle más liviana la calurosa tarde malagueña.

Nadie lo buscó con verdaderas ganas, y él tampoco se hizo querer, siempre alejado de la acción, ajeno a la portería. No chutó una sola vez, ni por dentro ni por fuera. Aparte de eso, intervino lo justo. 21 contactos con la pelota. Escasez habitual entre los delanteros del Dépor, que acostumbran a racionar su participación en las fases del juego que incluyen poseer la pelota.

En la rutina no fallaron Merino, Santos y Mollejo, las alternativas que dispuso Vázquez, perdido ya Koné para el resto del torneo. El entrenador tiró de todos los puntas a su alcance y entre los cuatro sumaron la mitad de toques al balón que Vicente, el más sobón del equipo. Puestos a dar continuidad a la labor del caribeño, ninguno se animó al disparo. Cada uno tiene su excusa.

El titular, la de un conjunto desconectado pese a acumular talento en zona de creación. Mucho candidato a filtrar buenos envíos y poca presencia en el sector oportuno. A Beauvue solo le quedó el cargo de señuelo. Para Mollejo fue el de llegador sorpresa y le duró diez minutos improductivos. Luego Merino y Santos. Agua y aceite. Lluvia de balones con ventaja para la zaga. Distintos caminos en busca del gol necesario. Un final único. Arietes sin cuernos para un asedio.