
El finlandés fue el más rápido en las dos sesiones de entrenamientos libres en el regreso de la fórmula 1 al circuito
11 sep 2020 . Actualizado a las 18:27 h.Después de la carrera vista en Monza, había muchas esperanzas de que semejante emoción se alargara en Mugello siete días después, pero todo apunta a que no será así. De hecho, salvo sorpresa, el GP de la Toscana que celebra los 1.000 grandes premios de Ferrari en la fórmula 1 quedará en los anales de la historia por semejante cifra y por ser el primero con público en las gradas en este 2020, aunque sean solo unas pocas, no más de 2.880.
Valtteri Bottas fue el gran dominador de las dos sesiones de trabajo de este viernes. El finlandés, tras el lamentable resultado obtenido (conforme las expectativas) en el GP de Italia quiere resarcirse y rebajar el nivel de críticas que está recibiendo, por lo que no ha dejado margen a su compañero Lewis Hamilton a que le supere. No fue un día sencillo, ni para él ni para nadie, ya que a la dificultad de un circuito nuevo se une la necesidad de ir ensayando piezas nuevas para el avance de la temporada.
Así, la primera tanda del día se dedicó a ponerse a punto en el circuito toscano y, además, a probar nuevos alerones y piezas aerodinámicas, en un trazado en el que es crítico. Los vistosos colores de la parafina se combinaron con el de los habituales de cada equipo. Por ejemplo, Carlos Sainz montó el alerón delantero tipo Mercedes que montarán en próximas carreras y, sobre todo, el año que viene. Mucho más fino y adaptado al motor del futurible MCL36, que ya no tendrá al madrileño como su conductor, las sensaciones no fueron del todo malas.
Para McLaren no fue un buen día, sin más. Eufóricos aún por el podio de Sainz en Monza, se pensaban que este viernes iba a ser mucho más productivo, pero no lo ha sido. Sainz no pasó del 13º tiempo y Lando Norris acabó contra el muro por tocar la tierra en una de las rápidas curvas de Mugello. El británico entró cabizbajo a su box, consciente de la pifia y del esfuerzo extra que iban a tener que poner sobre la mesa sus mecánicos.
«El equilibrio no estuvo en todo el día, lo hemos perseguido para poner un mejor set-up pero no lo hemos encontrado con la goma blanda y tenemos mucho trabajo por la noche para encontrar ese punto adecuado. Una vez lo encontremos, creo que tenemos mucho margen de mejora», analizaba Sainz, que tiene esperanzas puestas aquí, pese a que es un circuito en el que va a necesitar que le acompañe la suerte, visto lo visto.
Ferrari celebra su pasado
La sensación general es que Mugello va a dejar una carrera sin mucha emoción, al menos si no hay fallos. La dificultad para adelantar se verá compensada con el desconocimiento de la idiosincrasia de la pista, como las dos curvas Arrabiatas o la difícil salida de boxes. En este punto, Sergio Pérez cometió un grave error y se llevó por delante a Kimi Räikkönen, que se vio empanzado en la grava de la siguiente curva sin tener mucha idea de lo que había ocurrido. También estuvieron a punto de tocarse Antonio Giovinazzi y Romain Grosjean en la parabólica, un punto crítico donde la labor de los espejos retrovisores y el instinto de los pilotos será clave, dado que son zonas con puntos ciegos.
En un circuito en el que los coches rojos han recuperado el viejo rosso corso de los primeros Ferrari, la Scuderia no puede decir que esté de celebración. Es más, todo lo contrario: ni Charles Leclerc ni Sebastian Vettel se ven en condiciones de llegar este sábado a la Q3 si no es con mucho sufrimiento y una buena dosis de fortuna de su lado.
La imagen que resume la sensación tan nefasta que recorre la mente de los hombres de Maranello es la de Vettel bajándose del coche nada más cruzar la meta de los segundos libres. Estaba yendo hacia boxes cuando su SF1000 se quedó sin motor y ni siquiera pudo llegar al garaje.