En memoria de Carlos Torres, ex jugador del Dépor y del Celta

Carlos Fernández Barallobre

DEPORTES

Carlos Torres, en una imagen de archivo
Carlos Torres, en una imagen de archivo

30 oct 2020 . Actualizado a las 11:10 h.

Carlos Torres Barallobre, mi primo hermano del alma y padrino, nació en La Coruña en 1934, Hijo del legendario extremo del Deportivo Pepe Torres Mourelle, Carlos comenzó a jugar en un equipo de la plaza de Santa Catalina de La Coruña llamado Cantábrico. De ahí pasó a formar en las filas del Alameda para posteriormente defender la camiseta del decano del futbol modesto coruñés, el Sin Querer de San Roque. Tras ello, jugaría en el Deportivo Juvenil, la llamada Escuela Scopelli y en el Fabril Deportivo. Ya Carlos, con 16 años, había defendido la camiseta del Real club Deportivo, en un encuentro amistoso celebrado en abril de 1950 en Vila Real (Portugal).

Carlos, antes de fichar por el Celta, ya estudiaba en la ciudad olivíca, en el colegio Lábor. El Deportivo no quiso saber nada de Carlos, debido, posiblemente, a la dimisión como directivo de su padre, Pepe Torres, que lo había sido durante 12 años. El interés de Ricardo Zamora, en aquel momento entrenador del Real Club Celta, hizo que el vicepresidente del club vigués, Eugenio Fernández Montero, hermano de mi padre Marcelino, viniese a ficharlo a La Coruña, a finales del mes de noviembre de 1952.

En un salón de la que sería mi casa de Fernando Macías nº 29 3º, -yo aún no había nacido-, en presencia de mis padres, Pepe Torres, padre de Carlos, al comprobar el poco interés que tuvo el Deportivo por ficharlo, -hubo incluso un entrenador que se atrevió a decir que «no sabía ni atarse las botas»-, selló con mi tío Eugenio su pase al Celta. En ese instante, Carlos estudiaba la carrera de Medicina en la Universidad de Santiago de Compostela.

Su primer encuentro con el Celta fue de carácter amistoso, disputado en Balaídos el domingo 30 de noviembre, ante el Racing de Ferrol, que finalizó con la victoria celtista por 4-2. Carlos tuvo una magnífica actuación y participó en dos de los goles celtistas con pases a Tolin y Amoedo, que se convirtieron en sendos goles. Carlos sería seis veces internacional juvenil con la selección española.

El 21 de diciembre de 1952, en El Molinón, Carlos se enfundo por vez primera la camiseta del Real Club Celta, en encuentro oficial. El resultado fue de 1-1.

El 4 de enero de 1953, en Balaídos, ante el Sevilla, Carlos anotaba su primer gol como jugador del Celta en la victoria por 4-0. Tras ello, jugaría a un gran nivel durante cinco temporadas, todas en Primera División, convirtiéndose en uno de los jugadores más importantes del equipo, con una gran capacidad goleadora, anotando con el Celta 30 goles en 105 partidos disputados.

Especialmente recordados fueron sus tres tantos al Atlético de Madrid, el 5 de diciembre de 1954, en la goleada por 8-1. Su último partido con el Celta lo jugó el 19 de mayo de 1957, en el estadio de Balaídos, frente al que iba a ser su próximo equipo, el Español de Barcelona, un choque valedero para los cuartos de final de la Copa. El Celta caería eliminado al perder 2-1 en Sarriá y empatar 1-1 en Vigo.  

En agosto de 1957, el Celta anuncia su traspaso al Real club Deportivo Español de Barcelona. Carlos debutaría con el equipo catalán en la Liga el 15 de septiembre, en Zorrilla, en Valladolid, logrando los dos goles de la victoria periquita. Esa temporada Carlos jugaría 25 encuentros y marcaría 11 goles.

Tras su excelente temporada en el Español, formaría parte de la selección española B, que se proclamaría campeona de la III Copa Mediterránea, disputada entre los años 1954-58. Precisamente en el último encuentro de aquella competición, donde jugaron además de España, Italia B, Francia B, Turquía, Grecia y Egipto, España derrotaría, en el estadio de Atocha, en San Sebastián, a Turquía por 2-0, formado la alineación española Araquistaín; Rodri, Mestre, Ruiz-Sosa; Del Sol, Sastre: Carlos Torres, Peiró, Pepillo, Ribelles y Enrique Collar, que a la postre lograrían el título de campeones. Carlos Torres defendería en otra ocasión los colores de la selección española B, en un encuentro amistoso, disputado en la localidad lusa de Oieras, ante Portugal, que finalizó con empate a cero.

El 12 de marzo de 1958, Carlos Torres formaría parte de la selección de Barcelona, en un encuentro disputado en el estadio olímpico de Berlín, ante la selección de Berlín, y que finalizó con el triunfo de los barceloneses por 0-1 con gol de Villaverde. La selección de la ciudad Condal la conformarían los jugadores del Barcelona Estrems, Segarra, Brugué, Vergés, Villaverde, Basora y Evaristo y los del Español Carlos Torres, Faura, Casamitjana y Benavídez

En marzo de 1959, a punto estuvieron Español y Barcelona de llegar a un acuerdo para el traspaso de Carlos Torres al Barcelona, y de Sampedro al Español, pues Helenio Herrera estaba firmemente convencido e ilusionado de poder formar un ala coruñesa con Luis Suárez y Carlos Torres, en el club azulgrana. Directivos del Español encabezados por Victoriano Oliveras de la Riva se opusieron a dicha operación, quedando al final el asunto en nada.

En 1961 participaría en la eliminación del Barcelona en la Copa del Generalísimo, marcándole dos goles al legendario Antonio Ramallets, y con el club blanquiazul participaría en el torneo American Challenge Cup, disputado en Canadá y los Estados Unidos. Ahí Carlos sufriría una gravísima lesión con fractura de peroné, que lo mantendrían durante un tiempo alejado de los terrenos de juego.

Con el Español participaría, en 1961, en la gira del equipo a Nigeria, con motivo de su independencia; Guinea Española y Libia, así como en la Copa de Ferias.

Otras graves lesiones, una de ellas en la clavícula, le irán apartando de las alineaciones del Español. Allí Carlos Torres jugó 72 partidos de Liga y 13 de Copa del Generalísimo, marcando 25 goles.

En la temporada 1962-63, Carlos Torres ficha por el Málaga, donde jugará hasta diciembre de 1964.

En enero de 1965, con el Deportivo ocupando los últimos puestos de la clasificación de Primera, los directivos Pío García Tizón y mi querido y recordado padre Marcelino Fernández Montero contactan con Carlos y consiguen que fiche por el Deportivo. Carlos debutaría en Riazor el 14 de febrero, ante el Levante, con victoria por 1-0. Disputaría con el equipo coruñés ocho encuentros, siendo el último en el estadio del Molinón de Gijón, valedero para los octavos de final de la Copa, el 30 de mayo de 1965, que finalizó con victoria del Deportivo por 0-1 con gol de Veloso. El equipo coruñés quedaría eliminado, pues había perdido en la ida, en Riazor, por 0-2.

Tras no llegar a un acuerdo con el Deportivo, al que incluso le perdonaría la ficha y no cobraría, Carlos Torres ficha por el Galicia de Caracas, donde en 1968 pondría fin a su carrera deportiva. Posteriormente regresaría a Caracas para entrenar a su querido Galicia.

Tras obtener el título de entrenador nacional de futbol, Carlos dirigiría a principios de los años setenta, a la selección gallega de juveniles, donde lograría unos magníficos resultados con jugadores como Alfonso Castro, Pancho García, Albino Piñeiro, Marque, Ramón Piña, San Román, y los hermanos Santomé, entre otros.

En la temporada 1973-74, el Deportivo desciende a Segunda y la directiva que presidía desde julio de ese año Manuel Sánchez Candamio nombra entrenador al chileno Fernando Riera, al que acompañará como segundo entrenador Carlos Torres.

En la octava jornada de liga, la directiva cesa a Fernando Riera y Carlos Torres se hace cargo del equipo, venciendo en Sabadell por 1-2. Tres victorias consecutivas ante Linares, Orense y Baracaldo mejorarían la clasificación. Pero la derrota ante el Burgos cambiaría de nuevo el panorama. Victoria frente el Salamanca y derrotas ante Tarragona, Betis, San Andrés y Mallorca, harían que Carlos Torres abandonase el banquillo del Deportivo, al que llegaría Enrique Orizaola, que sería sustituido posteriormente por José Antonio Irulegui. Ni uno ni otro podrían evitar el descenso a Tercera del Deportivo. Carlos sería una víctima de las malas relaciones entre la directiva y la plantilla, que incluso llegó a publicar una carta en contra del presidente y la directiva en la revista Barrabás. El propio presidente, Manuel Sánchez Candamio, presentaría su dimisión en marzo de 1974, siendo sustituido por Antonio Álvarez, con el equipo encaminado hacia un inevitable descenso.

En la temporada 1974-75 con el Deportivo en Tercera, Carlos Torres ejerce como segundo entrenador de José Antonio Irulegui, que al final de la temporada conseguirían ascender de nuevo a Segunda. Quedará siempre en mi recuerdo aquellos fines de semana donde el Deportivo jugaba fuera de Riazor, acompañaba a mi primo Carlos a presenciar encuentros en Asturias y Cantabria de equipos que jugaban en el mismo grupo que el Deportivo. Oviedo, Mieres, Sama de Langreo, Turón, Gijón, Avilés, Torrelavega… ¡Cuantas inolvidables vivencias!

En la siguiente temporada, 1975-76, con el Deportivo otra vez en Segunda, Carlos acompaña como segundo entrenador a José Antonio Naya Mella. El Deportivo realiza una gran campaña que a punto está, -si no llega a ser por el escandaloso arbitraje de José Donato Pes Pérez, ante el Burgos, en marzo de 1976 en Riazor-, de devolverle a Primera.

En la temporada 1976-77. Carlos Torres se desvincula del Deportivo y firma como técnico del Compostela, con quien consigue un histórico ascenso a Segunda B.

Abandonados los banquillos, fue durante varios años uno de los clásicos jugadores del futbol sala coruñés, defendiendo los colores del recordado Naranjas Ibáñez, así como en fútbol 11 de veteranos. Elegante, rápido, dotado de un gran disparo con ambas piernas y un magnifico remate de cabeza.

Fuera de los terrenos de juego, Carlos Torres ejerció su carrera de Diplomado de Enfermería, siendo también un reconocido hostelero, que regentó durante años la cafetería Tres Torres, en la coruñesa calle de Los Olmos, También trabajo en La Voz de Galicia.

Hoy el Señor de la Misericordia lo ha llamado entre sus filas, para una nueva convocatoria. En ella, Carlos Torres, mi primo hermano de alma, llevará, con su simpatía, cariño y bonhomía características, al Deportivo y al futbol español por bandera. Fue sin duda, además de a su mujer, hijos y familia, lo que más quiso en la vida. Descansa en paz ¡fino extremo! La Muerte no es el final. Es el principio.