La montaña asturiana deshará el empate técnico entre Carapaz y Roglic

DEPORTES

Kiko Huesca | EFE

La Farrapona, el sábado, y el Angliru, el domingo, pueden decidir la carrera

30 oct 2020 . Actualizado a las 20:45 h.

No tienen la fama de los Alpes o los Pirineos. Ni falta que les hace. Con permiso del último día de montaña que coronará el alto de La Covatilla la semana que viene, las montañas asturianas apuntan a juezas de la Vuelta Ciclista a España 2020. Una edición más dictando sentencia. Los puertos cantábricos a su paso por el Principado son de las pocas señas de identidad que tiene la cambiante ronda española. Un patrimonio a conservar, porque la Vuelta, sin ellas, es menos Vuelta.

Desde que en 1999 se ascendió por primera vez el Angliru con triunfo del Chava Jiménez, el alto, por sus distintas vertientes, se ha convertido en un clásico. Sus carreteras evocan imágenes que provocan síndrome de Stendhal a los aficionados: gotas en los objetivos de las cámaras sobre las motos y público con chubasqueros desgañitándose en las cunetas. Ninguna de las dos se producirá este fin de semana asturiano. Ni gente, ni lluvia. Solo un pelotón y dos ciclistas que comienzan de cero. Roglic, Carapaz y todos los demás. Tras la victoria del esloveno ayer en Suances, ambos parten con el mismo tiempo ante los picos que decantarán la carrera.

Primero, La Farrapona

La lucha empieza este sábado (12.05 horas, Teledeporte). El primer plato consta de 170 kilómetros —una etapa larga, que escapa a los trayectos recortados a los que se ha abonado la carrera— con salida desde Villaviciosa y llegada en el alto de La Farrapona, de primera categoría. Entre medias, otros cuatro puertos. El alto de la Campa (de tercera categoría y un clásico que se estrenó en La Vuelta en 1976) será el más benévolo antes de afrontar la Colladona, la Cobertoria y el puerto de San Lorenzo, todos ellos de primera categoría. En total, más de 4.800 metros de desnivel acumulado.

Será un día para hacer cálculos y medir cuánta energía queda en el depósito. Lo previsible es que en esta primera jornada de escalada constante, los líderes se protejan y, hasta cierto punto, especulen con vistas a que sea el Angliru el que imparta justicia ante la que no cabrá recurso. Puede ser un buen momento para que algún escalador sin opciones en la general pruebe suerte si se ve con piernas de camino a los lagos de Somiedo. La cosa será retar a La Farrapona, un ascenso que ha sido final de etapa dos veces. La primera, en el 2011, en la Vuelta que coronó a Froome tras las trampas de Juanjo Cobo. La segunda, en el 2014, con un recorrido muy parecido al de hoy saldado con victoria de Contador por delante del británico. En la etapa y en la general.

Reventar en el Angliru

Desde la victoria del Chava, el Angliru ha servido de escenario para todo tipo de tramas. Desde la rebelión interna en el Kelme contra Óscar Sevilla en el 2002 para regocijo de Heras, a la última victoria profesional de Contador pese a la persecución de un enorme Poels y Froome, los dos villanos de aquel día con el jersey del Sky.

En el 2020, Alberto Contador no estará. Froome sí, pero tampoco, y Poels, ahora con el jersey del Bahrain, está a casi 4 minutos de los líderes. El domingo (13.40, Teledeporte) será la octava vez que se suba este puerto en la Vuelta, estrella de cartel de una etapa de menos de 110 kilómetros.

El Angliru cuenta con dos partes. La primera, hasta Viapará, más suave. Si se puede adjetivar así, porque con una media entre el 7 y el 8 %, alcanza pendientes del 14. En los últimos seis kilómetros, los ciclistas explotarán, con una pendiente media del 13 % y algún tramo (la famosa cueña les cabres) que supera el 20 %.

Si el pelotón consideraba que lo del País Vasco, Navarra, Soria o Aragón era demasiado sufrir, que guarden algo de sitio en los estómagos para tragar un poco más de bilis.