Un toque para superar a Nwakali y acomodar el balón. Un zurdazo que se va alejando de la estirada de un Andrés Fernández casi inédito. Dos gestos. Un gol que le resuelve el partido al Real Madrid. El «todos tienen un plan hasta que reciben el primer puñetazo» de Mike Tyson fue el chispazo de Eden Hazard. Porque por muy contundente que parezca el 4-1, hasta ese instante el Huesca sí había inquietado, y bastante, al equipo de Zidane. Los fantasmas de Cádiz, Shakhtar y Mönchengladbach llegaron a sobrevolar el Alfredo Di Stéfano, pero se esfumaron con el chispazo del belga, que los dejó sin capacidad de respuesta. Tumbados en la lona.
El jugador llamado a ocupar el hueco de Cristiano Ronaldo fue decisivo por primera vez, pero hay que recordar que este es su segundo gol de blanco. No lo celebró. Y tiene motivos. Sabe que si Zidane suspiró por él y el Real Madrid envió un cheque de más de 100 millones al Chelsea no era para que decidiera un partido contra un recién ascendido. Se espera mucho más de Hazard. Y lo necesita un Madrid que cuando desaparece Benzema no es más un páramo yermo, al que solo le queda agarrarse a la casta de Ramos. Si el belga está de vuelta se verá contra el Inter de Milán. Eso ya es caza mayor.