Para mí, que he tenido en Galicia mi tierra divina a nivel futbolístico, ver cómo 21 entrenadores han desfilado en tres años y pico me choca. No había echado cuentas y es realmente sorprendente.
Yo estuve en Vigo y en A Coruña, en una época en que sus banquillos se caracterizaban por ser bastante estables. Pasé un año en Balaídos y luego siete con el Dépor. Y me dejaron trabajar. Ahora, me da la sensación de que las curvas son constantes. Esta situación tan extraña es, en parte, producto de la propia inestabilidad en la que viven los tres clubes: los coruñeses con sus sucesivos descensos, el Celta también acostumbrado a ir salvando los muebles a última hora y lo mismo le pasa al Lugo. Eso es así. Con todo, son tres equipos que deberían tener más paciencia. ¿No es posible que muchas veces el entrenador no sea el único culpable?
Se ha echado a entrenadores para coger a otro y al poco tiempo echarlo de nuevo, siguiendo haciendo girar la rueda. Es un lugar común que los dirigentes caigan en el razonamiento de que toda la culpa es siempre del entrenador. Y muchas veces se ha visto que no. Para ejemplo lo que ocurrió el año pasado en el Dépor. Tres pasaron y ninguno pudo evitar la caída.
Es verdad que es un asunto complejo. Pero es así. Los resultados mandan. La presión es gigantesca. El entrenador se va, pero no siempre es el entrenador el que se equivoca.
No estoy seguro de si en mi época era distinto. No lo he analizado, pero me da la sensación de que la paciencia era mayor y se nos aguantaba más. Es triste muchas veces, porque la presión en la que vive un profesional cuando estás en los puestos de cola de la tabla no ayuda. Tampoco que se esté especulando con un cese antes de que se haga efectivo. Se podrían cortar muchos de esos ríos de opiniones, que suelen convertirse en semanas de debates que van mermando al entrenador y a los jugadores. Una vez empieza, remontar se hace muy difícil.
A Juanfran se lo han cargado en la jornada 5, a otros no les dejan una opción ni de un partido o dos. Es muy desagradable, pero va en nuestro oficio entenderlo. La gente cree que echándose al entrenador será todo diferente. Algunas veces es un buen remedio, pero no siempre. Ni mucho menos.
Lo cierto es que los intereses dentro de un vestuario y de la propia directiva son muy variopintos. Cada uno va a su interés personal. No sé si existe esa famosa fuerza dentro de un vestuario para acabar cesando a un entrenador. Lo que está claro es que las directivas tienen que saber de fútbol.