De los seis candidatos al título de motoGP, solo él puede ganarlo hoy domingo en Valencia
15 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.En el año de Fabio Quartararo, Joan Mir Mayrata (Palma de Mallorca, 1997) era el tapado. No es la primera vez que sucede, pero esta podría ser la buena, si se cumplen los pronósticos en el Gran Premio de la Comunidad Valenciana de motoGP, que se disputa hoy domingo (14.00 horas, DAZN). El español, principal candidato al título Mundial, que podría corroborar hoy domingo, se complicó un poco en la jornada de ayer, en la que terminó duodécimo. El suspense está garantizado. A falta de dos carreras (la de hoy domingo y la de Portimão el próximo domingo), un podio zanjaría la cuestión. Lleva siete de los diez últimos.
Nadie contaba con él para el honor supremo en la máxima categoría del motociclismo mundial, pero este 2020, al parecer, no tenía cubierto el cupo de sorpresas en motoGP, después de la irrupción de la pandemia y su alteración del calendario, y el abandono de Marc Márquez por lesión cuando estaba camino de agrandar su leyenda.
El balear, sin embargo, está a un paso de comenzar la suya. Supo pescar en aguas revueltas con la caña de la dedicación y el anzuelo de la constancia. De hecho, todo apuntaba a que se podría convertir en el primer campeón de motoGP sin victorias. Hasta que se impuso en el Gran Premio de España (la semana pasada en Valencia, el circuito de la carrera de hoy). Fue el noveno ganador diferente en lo que va de curso, récord histórico. El dato describe a la perfección el momento actual: el triunfo final no será para quien firme más parciales, sino para el piloto y la moto más fiables. La montura ha aportado lo suyo. El salto de calidad que ha dado la Suzuki GSX-RR ha hecho olvidar la falta de fiabilidad de la que adolecía, sin perder el pulso en la velocidad punta.
Con todo, como sucede en muchos de los casos a este nivel en el motociclismo de velocidad, a Joan Mir se le podría intuir un desenlace glorioso en algún momento de su carrera (tras romper registros en la adolescencia, ganar el Mundial de moto3 y ser el novato del año en moto2, categorías en las que le costó entrar por falta de financiación personal). Acertar con el año y adivinar qué lugar ocuparía en la historia del deporte ya sería otro cantar. Si cierra este 2020 con el Mundial en su palmarés se convertiría, apenas dos años después de su debut en la élite, en el cuarto español en alcanzar lo más alto. Solo Crivillé (abrió el camino en 1999), Jorge Lorenzo (2010, 2012 y 2015) y Marc Márquez (2013, 2014, 2016, 2017, 2018, 2019) pueden presumir de ello, a estas horas. Casey Stoner es la excepción no española en la última década. Por otro lado, hace veinte años que nadie gana un Mundial de máxima categoría a lomos de una Suzuki. Kenny Roberts Jr fue el último.
Sobrino de Joan Perelló (que corrió el Mundial de 125 cc. del 2009 al 2011), Joan Mir lleva tomando impulso desde que tenía 11 años, justo cuando descartó el skate para enrolarse en la escuela de pilotos de Chicho Lorenzo, el padre de Jorge, en Mallorca. Hasta entonces, lo que más le apasionaba era saltar sobre la tabla en las rampas improvisadas en el jardín de su casa. La moto que le habían comprado cuando tenía 6 años permanecía aparcada. La escuela de la federación balear completó su formación técnica inicial. Ya entonces proclamaba su admiración hacia Rossi y Rafael Nadal.
Pero el verdadero salto lo dio en el 2015. Y aterrizó en el Mundial de moto3. Un año después fue compañero de Quartararo en el Leopard Racing y en el 2017 se hizo con el campeonato a una sola victoria del récord de Rossi y batiendo el de puntos de Bautista, que llevaba vigente once años. Culminó el curso con una remontada desde la decimonovena posición, para acabar segundo (hoy le valdría para ser campeón). En el 2018 acompañó a Álex Márquez en el Estrella Galicia 0,0 y fue el mejor debutante. Nada mal para un piloto del que se decía que no le vendría bien ni su comienzo tardío ni su elevada estatura para la disciplina deportiva a la que había decidido dedicarse.
Quienes le conocen le describen como una persona que goza del ambiente familiar que le proporciona su refugio en Andorra, pero también como un deportista exigente consigo mismo hasta rozar la obsesión. El modo en el que se aisló durante la competición para mantenerse a resguardo del covid-19 es un ejemplo de esa minuciosidad en la preparación. De ese modo supo encontrar el atajo adecuado en el momento en el que sus rivales se desviaban del camino principal hacia el título más importante del motociclismo mundial. Supo también lidiar con la presión de no ser el favorito y las críticas ante su falta de victorias. «Si gano el Mundial, ¿quién va a venir a echármelo en cara?», zanjó.
Deberá remontar desde la duodécima posición
Digno de este 2020: así fue la jornada para motoGP, el que podría ser el día anterior a que la categoría estrenase campeón del mundo con la figura de Mir, el tercer piloto más joven de la parrilla y que está completando su segundo año en la categoría en la quinta temporada completa en el campeonato. En el momento crucial de nuevo brilló Morbidelli, uno de los claros aspirantes a ganar en la segunda cita en el Ricardo Tormo; a su lado estará la Ducati de Jack Miller y en la tercera casilla la Honda de Takaaki Nakagami, otro de los favoritos al triunfo.
Muchos más problemas tuvieron Quartararo, undécimo, en su peor resultado del año en un oficial junto al undécimo también de una semana antes, y Mir, que sorprendentemente no aprovechó los problemas de los rivales y que finalizó duodécimo. El líder en el puesto doce, el segundo en el once, el tercero en el catorce. Una situación poco habitual ante la que puede ser la carrera más importante del año.
Si Joan Mir logra el podio, sería automáticamente campeón del mundo, hagan lo que hagan los demás; si Quartararo o Rins no ganasen, le valdría con ser sexto; si tampoco gana Maverick Viñales, cuarto de la general y sexto en la parrilla, podría servirle un séptimo. «No creo que me cueste dormir más de la cuenta, seguramente me levante con más nervios. Esta posición no me bastaría, pero es normal, porque soy el 12.º. Pero es verdad que me tranquiliza un poco más el ritmo y ver dónde están los rivales. Si consigo sacar mi ritmo en carrera creo que podemos estar cerquita del podio o en el cajón. Siendo realistas y sin soñar», explicaba el piloto mallorquín.