La peor noticia para el Atlético de Madrid, la del gol del Osasuna, acabó convirtiéndose en lo mejor que le pudo pasar al conjunto colchonero, porque ahí viró el partido. Arrasate retiró al autor del tanto, y su equipo lo acusó. João Félix, que llevaba poco tiempo sobre el césped, sacó su talento y fue el jugador que más daño hizo en el ordenado entramado defensivo visitante.
El conjunto navarro estaba sumando muy poco en ataque. Y las pocas veces en las que metía algo de miedo en el cuerpo rojiblanco, estaba Budimir de por medio, sin olvidar a Moncayola, un centrocampista con mando y temple.
Era injusto que el Atlético de Madrid se viese por detrás en el marcador. Lo había intentado de todas las maneras. En la primera parte Herrera le sacó dos goles casi hechos a Luis Suárez y uno a Correa. El ariete uruguayo también estrelló un balón en el poste. Más tarde Saúl y Koke probaron fortuna desde lejos. Les faltó un pelín de precisión.
Pero eran aproximaciones más por empuje que por talento, más allá de alguna acción individual de Carrasco o Correa. Faltaba alguien que desordenase al rival, que le hiciese dudar. Y apareció João Felix, quizás sin continuidad, pero con mucho veneno.
En el gol del empate no solo vio el hueco y la llegada de Lodi. Puso el balón con un golpeo exquisito, en el sitio y con la fuerza justa para que su compañero hiciese lo que quisiese. Optó por fusilar y también tenía opción de pase a Luis Suárez. El portugués fue el que mejor descifró los resquicios en el sistema de contención navarro.
En el segundo tanto, en una de las pocas ocasiones en las que los jugadores del Osasuna cerraron mal los espacios en el área, el mérito es compartido por Carrasco, que supo aguantar y buscar línea de pase, y Luis Suárez, que definió con criterio.
El Atlético de Madrid salvó un escollo muy difícil ante un adversario que se identifica con el estilo de Simeone: no le importa jugar sin balón, sabe esperar y desesperar al equipo que tenga enfrente y no es fácil hacerle un gol. Los rojiblancos remontaron cuando peor lo tenían, cuando perdieron momentáneamente el liderato, como si se sintiesen más cómodos en la piel del perseguidor. Recuperaron el primer puesto y solo les falta un obstáculo, el de un Valladolid deprimido a la espera de una carambola para salvarse.