Carolina Marín y las roturas de ligamento cruzado anterior en ambas rodillas

DEPORTES

AFP7 vía Europa Press

30 may 2021 . Actualizado a las 16:46 h.

La triste noticia de la lesión de Carolina Marín, a menos de dos meses de la cita olímpica de Tokio, ha sacado a la luz un problema del que se habla poco: el riesgo de sufrir una nueva lesión del ligamento cruzado anterior después de la reparación satisfactoria de otra. En efecto, cuando un deportista se opera de la rotura de un ligamento cruzado anterior, el mayor miedo suele ser el de tener una recaída en la misma rodilla, pero, por desgracia, la otra también está en riesgo. Este riesgo ha sido cuantificado en múltiples estudios, y es mayor —lógicamente— en deportistas de alto nivel que practican deportes en los que el salto (la recepción) y el pivotaje son frecuentes y se deben realizar a máxima velocidad. En realidad, igual que en los accidentes de tráfico, lo peligroso es la deceleración. Y la deceleración brusca es fundamental para lograr un cambio de dirección o frenar en medio de un regate o una finta para escapar de un adversario.

Entre los deportistas que se operan de un ligamento cruzado, sabemos que, aproximadamente, un 5 % de ellos van a volver a romperse ese ligamento, pero además —por desgracia—, otro porcentaje similar, o incluso mayor entre los deportistas más jóvenes, se romperán el de la otra rodilla. ¿Por qué ocurre esto? Pues, probablemente, por una suma de factores: por un lado las características anatómicas y biomecánicas de la persona, que pueden suponer una mayor tensión sobre ese ligamento al realizar los gestos propios de su deporte; por otro lado, la manera en que se practica el deporte, con mayor o menor vehemencia y asumiendo más o menos riesgos, lo cual es probablemente imprescindible para el rendimiento al máximo nivel, pero que puede estar por encima de la capacidad el deportista para controlar esos gestos deportivos; y por otro, algunos factores hormonales ligados al género femenino, que también pueden aumentar el riesgo en ciertas fases del ciclo menstrual.

Esta es una de las razones por las que, después de reparar un ligamento cruzado anterior, habitualmente insistimos tanto en que los deportistas mantengan un programa de prevención de esta lesión en ambas rodillas. No es posible prevenir siempre la lesión, pero debemos intentarlo, porque cada rotura de cruzado anterior evitada es un gran éxito, sobre todo para el deportista.

Ojalá en el caso de Carolina, se quedase todo en un susto, pero en mi experiencia, cuando un deportista operado de un ligamento cruzado anterior llega a la consulta y dice que «le ha pasado lo mismo que en la otra rodilla» suele tener razón casi siempre.

Rafael Arriaza es director del Instituto Médico Arriaza y Asociados.