Alejandro Muñiz: «Desde el campo, la grada solo es ruido»

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Lleva la mitad de su vida como árbitro y este año debutará en Primera

27 jun 2023 . Actualizado a las 12:33 h.

Alejandro Muñiz arbitrará este año en Primera División. Después de 15 años por los campos de todas las categorías y los últimos dos en Segunda, ha llegado a lo más alto en España. No se fija límites. ¿Un España-Italia? Por qué no. Por ahora es fiel al «paso a paso». Le ha funcionado.

—¿Ya está asumido que en un mes estará en la mejor liga del mundo?

—La mejor liga para nosotros, a ver qué piensan ingleses y alemanes. Ahora ya lo tengo asumido y tengo muchas ganas de empezar.

—¿Un árbitro puede tener equipo?

—Ni puede ni debe. Te gusta el fútbol y ahora ya te fijas más en lo que hace el árbitro que lo que hace el jugador o el equipo.

—Ni siquiera el otro día con España. También ahí se fija más en el árbitro o va con la selección.

—Un poco de todo, vi el partido con unos amigos y fue una lástima quedarse fuera por los penaltis.

—¿En qué momento decide que en lugar de marcar goles quiere pitarlos?

—Fue casualidad, no tenía vocación, ni ningún familiar árbitro. Empezaron compañeros, uno fue llamando a otro y ese grupito que empezamos todavía sigue. Es una cosa que pruebas y te engancha.

—Así que un día llegó a casa y dijo: «Mamá, quiero ser árbitro».

—Sí, mi padre, el pobre, cuando yo no tenía carné me tenía que llevar él al campo y pasar mucho frío por las mañanas. Cuando cumplí los 18 lo liberé de eso, pero ya eran partidos más importantes y sí que venía. El mérito era cuando eran de fútbol 7 y en invierno.

—Y, además, tendría que escuchar cómo la grada increpa al árbitro.

—Sí, barbaridades, al final quieres pensar que en esas categorías inferiores se escuchan menos barbaridades que en el fútbol profesional porque los árbitros también son menores de edad. La gente ahora tiene más cabeza, aunque se escuchan comentarios desafortunados.

—¿Hay algo que no se ve arbitrando?

—Por normativa no podemos arbitrar a ninguno de nuestra comunidad, pero por verme, me veo haciendo cualquier partido. Todos tenemos sueños y a mí nada me da vértigo.

—Ni un España-Italia.

—España no podría, pero en un futuro, por qué no. Todo se puede pelear.

—¿Y el clásico?

—Hay que ir paso a paso, hay que tener muchas tablas.

—Todos llevan un seleccionador dentro, pero también un árbitro. ¿Hay árbitros, como jugadores, buenos y malos?

—Me gusta decir que hay árbitros buenos y otros mejores, por ser corporativistas. Por muchos que se nos critique, España tiene un nivel brutal. Si piensas en gestión de partido y de emociones de jugadores, Mateu Lahoz es un referente. En colocación y condición física, Gil Manzano, una autoridad.

—¿Qué es lo peor que puede pasar en el campo?

—Hasta la aparición del VAR, llevarte un error de bulto, un gol fantasma que no lo diste y cuando te ibas a casa decías, madre mía. Ahora, con el VAR, te llaman y puedes rectificar, pero tienes que seguir corrigiendo esos errores.

—Entonces, ¿VAR sí o VAR no?

—Definitivamente, VAR sí. Aún te puedes equivocar, pero en un gol, un penalti o una expulsión, si te pueden ayudar, mejor.

—¿Qué es peor, la grada o los jugadores?

—En el fútbol profesional, la grada es ruido, son bocinas y cánticos, pero cuando llevas un minuto corriendo no te das cuenta de nada. Con los jugadores interactúas, protestan y le explicas. Ya está.

—¿Un árbitro es un tipo duro?

—Sí, tiene que tener carácter y personalidad. Igual que un poli o un guardia civil tienen carácter, todos los que tenemos que imponer una decisión debemos ser así.

—¿Siempre sale satisfecho de un partido?

—Es imposible acabar un partido sin equivocarse en algo. Puedes salir satisfecho cuando no influye en los resultados.

—Aparque la humildad. En 15 años ha pasado de las categorías base a Primera. ¿En qué es bueno?

—No lo sé, intento ser lo más completo posible para que no se diga que destaco por una cosa.

—¿Qué pasa cuando se meten en el túnel de vestuarios?

—Nada, la mayoría de las veces son conversaciones triviales. Al acabar, todos somos deportistas y la rivalidad queda en el césped. A veces hablamos hasta de las vacaciones.

—¿Qué ritual sigue antes de salir al campo?

—No soy de manías extrañas, me gusta dejar todo ordenado cuando salgo a calentar para no olvidarme nada.

—¿Partido de mañana o de tarde?

—Los que son por la mañana me alteran el biorritmo. Estoy acostumbrado a entrenar de tarde y al ser temprano, tengo que cenar y desayunar muy ligero.

—Cuando es por la tarde, ¿come antes?

—No, hay quien lo hace, pero si es a las cuatro, cinco o seis, no como.

—Entonces, el plan después del partido, será comer.

—Intento comer, aunque a veces no tienes ni apetito. Siempre nos dicen que tenemos que ingerir en esa hora más o menos lo que he consumido. Así que aunque me cueste, tengo que hacerlo.

—¿Es cocinillas?

—No suelo cocinar cuando vengo de un partido. O pido comida a domicilio o voy con la familia a un restaurante. Pero si tuviera que elegir, me quedaría con la tortilla de patata.

—Con tanto desplazamientos, ¿cómo los aprovecha, libro o series?

—Mejor los libros, aprovecho para leer en los vuelos. El último que me leí es El tatuador de Auschwitz y ahora, al no viajar, no tengo nada encima de la mesa.