Los veinte cursos de Vero Boquete en el fútbol

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

De Aguiño a Milán, pasando por Rusia, Francia, EE.UU., Suecia y Alemania

23 sep 2021 . Actualizado a las 09:52 h.

Vero Boquete no se cansa de agrandar su leyenda. Este curso, de nuevo con el AC Milan, cumple veinte como jugadora sénior. Hay que remontarse al año 2002 para encontrar su debut con el Xuventú Aguiño, con apenas 15 primaveras. Llevaba un año en blanco, jugando al fútbol sala, puesto que en categoría cadete ya no podía seguir compartiendo equipo con chicos.

Se fue al Xuventú Aguiño porque varias de sus compañeras en el Don Bosco también jugaban en el conjunto de Ribeira. Su participación en el equipo de Primera Nacional le abrió las puertas de la selección gallega y esta, a su vez, las de las categorías inferiores de la selección española. Con España ganó el Europeo sub-19 y ahí ya se hizo un nombre.

«Los equipos de Superliga [actual Primera Iberdrola] me veían jugar en la sub-19 y empezaron a llamarme. Después del europeo sub-19 del 2004 la insistencia era mayor, así que terminé el bachillerato y decidí que era el momento», explicaba en La Voz, en el 2011.

Fue así, en el 2008, cuando apostó por marcharse a Zaragoza para jugar en el histórico Praínsa. «Después de tres años compitiendo por no descender o por quedar lo más arriba posible, supe que era el momento de dar el paso hacia un equipo grande. Ya había tenido la posibilidad antes, pero en Zaragoza estaba aprendiendo otras cosas igual o más importantes que ganar un título. Fui al Espanyol a lograr campeonatos o, por lo menos, a poder luchar por alcanzarlos», explicaba.

Tras veinte temporadas en el fútbol, Vero Boquete sigue considerando al Espanyol «el equipo de mi vida». En Barcelona se hizo gigante. Ganó dos Copas de la Reina (2009 y 2010) y en la 2010-11 marcó 39 goles, jugando como falsa nueve.

El salto al extranjero

Sus actuaciones en el Espanyol y con la selección española le abrieron la puerta de Estados Unidos. En el 2010 probó en el Buffalo Flash, de la W-League (segundo categoría) y acabó en Chicago Red Stars, de la liga profesional (WPS). De aquella, dedicaba los veranos a jugar en América y el resto de la temporada en el Espanyol. En el 2011 regresó, esta vez a Philadelphia Independence, y logró ser nombrada mejor jugadora de la liga regular.

España se le había quedado pequeña y en Estados Unidos había problemas con la liga, así que Vero buscó entonces abrazar el sueño de la Champions. Jugó unos meses en el Energiya Voronezh ruso, con el que debutó en Europa y se estrenó como goleadora. Pero fue el Tyresö sueco (2012-14) el que le dio la opción de luchar por el título. Allí conoció a Tony Gustavson y Marta da Silva, a los que considera el entrenador y la jugadora que más le han impactado. También vivió su momento más amargo en el fútbol: «La final que perdimos contra el Wolfsburgo. Esa todavía duele», recuerda.

Tras un efímero paso por Portland (2014), Alemania le dio lo que Suecia no pudo. En el Frankfurt (2015-16) ganó la Champions que adorna su palmarés pero al año siguiente se dejó seducir por el Bayern de Múnich (2016-17). El París Saint Germain (2017-18) se cruzó después en su vida. Con las parisinas perdió su segunda final de Champions y, poco después, se marchó a China, al Beijing Phoenix (2018). Utah Royals (2019-20) y el AC Milan han sido por el momento sus últimas aventuras. Pero la santiaguesa amenaza con más.