Pelé, un genio recordado por sus goles y también por sus no goles

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Gonzalo Fuentes | REUTERS

29 dic 2022 . Actualizado a las 20:51 h.

En el debate eterno y probablemente tramposo acerca de cuál es el mejor futbolista de todos los tiempos siempre estará entre los nominados Edson Arantes do Nascimento,  Pelé, el único que ganó el Mundial en tres ocasiones.

Antes de cumplir los 18 años fue determinante en el título conquistado en Suecia. Empezó como suplente, se estrenó en el tercer partido y enamoró. A partir de ahí también fue conocido como O Rei.

Brasil repitió en Chile y no pudo alargar la racha en Inglaterra. En ambos casos a Pelé lo cosieron a faltas de tal manera que su participación fue poco más que testimonial. En 1970 volvió a ser clave, en México, en un campeonato en el que se le recuerda por sus goles y, por increíble que parezca, por sus no goles, dos acciones extraordinarias que acabaron en la retina y no en las redes. Ante Checoslovaquia, viendo el portero adelantado, intentó sorprenderlo desde campo propio. Frente a Uruguay engañó al arquero en carrera sin llegar a tocar el balón, pero su remate final salió ligeramente desviado.

Es de justicia cualquier reconocimiento entre los más grandes. Lo avalan las pinceladas sobre el césped y una increíble relación con el gol. Basta recurrir a cualquier vídeo a través de Internet para comprobar que a Pelé el corazón le latía a menos pulsaciones que a sus rivales dentro del área. A menudo encontraba la manera de resolver con sencillez y precisión a partes iguales, como si fuese fácil. Quizás por eso decía que «un penalti es una forma cobarde de marcar». Y así se explica su expediente. Fue la gran figura del mejor Santos de toda la historia, con un bagaje de 1.120 partidos disputados y 1.087 goles. Con Brasil, 103 y 95. Pero también tenía claro que solo con el talento no era suficiente, tal y cómo él mismo resumió: «El entusiasmo es todo. Debe ser tenso y vibrante como una cuerda de guitarra».

El padre de Pelé escogió el nombre de Edson como homenaje a Thomas Edison. No podía imaginar entonces que el fútbol de su hijo nunca dejaría de alumbrar.