Laura Coviella, pionera española en surfear olas gigantes: «No estuve más nerviosa en mi vida»

DEPORTES

La canaria ha entrado en la historia del deporte español al convertirse en la primera mujer que eleva su tabla en el templo europeo de Nazaré
28 nov 2023 . Actualizado a las 09:34 h.En la Praia do Norte, un mes de noviembre de hace ahora doce años, el hawaiano Garret McNamara cabalgó una ola de 24 metros de altura. Desde entonces, la localidad portuguesa de Nazaré es el templo europeo de las olas gigantes. El récord masculino, registrado en el Guinness, lo ostenta, desde el 2020, el alemán Sebastian Steudtner. Elevó su tabla sobre una ola de 26,21 metros. El femenino, lo tiene la brasileña Maya Gabeira. Ese mismo año, surcó una de 22,4 metros. Hasta hace un par de semanas, ninguna española había surfeado allí. La canaria Laura Coviella (Tenerife, 1998) fue la primera.
—¿Cuánto tiempo llevaba dándole vueltas a la opción de probarse en Nazaré?
—El año pasado estuve a punto de ir con uno de mis patrocinadores. Al final, no se dieron las condiciones. No se me iba de la cabeza. Me decía que en este tenía que ser. Red Bull me presentó un proyecto a medida. No había duda posible. Es un sitio que llevaba viendo desde hacía muchos años.
—¿Cumplió las expectativas?
—Ya lo creo que sí. Es una ola muy diferente, un enclave muy especial. Tiene muchísima fuerza, mucha potencia. Hay que estar muy preparado para estar ahí. Fue una pasada, una experiencia increíble. Estoy muy orgullosa de haberlo conseguido.
—¿Qué altura pudo alcanzar la ola que surfeó?
—Unos trece o catorce metros.
—¿Cómo llevó los días previos?
—Fueron de las semanas más intensas de mi vida. Llevaba cuatro días sin dormir apenas. Fue pura adrenalina. Estaba con miedo, pero con un deseo terrible. No había estado tan nerviosa en mi vida, pero segura de que quería hacerlo. Luego, una vez que salí del agua, no me esperaba esta locura, que fuera a tener tanta repercusión, sinceramente.
—¿Cómo se gestiona ese miedo para tener la confianza necesaria en un reto de este calibre?
—Sentirme bien físicamente es lo que más me ayuda a nivel psicológico. Cuando entrenas mucho para ello, te sientes preparada. Al final, mi día a día es eso. Prepararme para ese momento. Le dedico muchas horas para llegar en forma. Trabajo el físico, salgo a surfear, hago apneas y una hora de estiramientos diaria. El miedo no es malo porque te hace ser consciente de donde estás, te ayuda a no hacer locuras. Pero tampoco es bueno. Lo importante es que no te lleve al pánico. Ese es el problema porque ahí sí que estás perdida.
—Fue tercera en el Boardmasters Open, prueba del circuito Qualifying Series de la WSL. Ahí se surfean olas pequeñas.
—Sí, sí. Y sigo compitiendo ahí. De hecho, ahora mismo estoy en un campeonato porque me flipa coger olas, pero desde que pasé por Nazaré siento que mi camino y mis objetivos son otros. Quiero centrarme en las olas de más potencial.
—¿Y aspirar a batir el récord mundial de Maya Gabeira?
—Quiero buscar dónde están mis límites, que por ahora no los he encontrado, pero sin generarme expectativas. Tampoco pienso en grandes objetivos. Pretendo llegar hasta donde pueda, pero disfrutándolo siempre. No sé hasta dónde seré capaz. Lo que tengo claro es que si un día dejo de pasármelo bien, diré que hasta aquí y lo dejaré.
—A corto plazo, ¿qué le gustaría poder hacer sobre una tabla?
—Me encantaría competir el próximo año en olas grandes. Mi sueño es participar algún día en el Eddie Aikau, que es el torneo más prestigioso del mundo. Va por invitación, así que soy consciente de que lo me toca ahora es intentar hacerme un nombre. Si entran olas buenas este año en Nazaré, volveré seguro. Y me encantaría poder ir también a Hawai para competir en el Red Bull Magnitude, que reúne a las mejores surfistas de olas grandes del mundo.
«Los chicos me ven como uno más porque puedo competir con ellos»
La trayectoria de Laura Coviella es atípica en el mundo del surf por lo tardío de sus inicios. Su primera competición internacional le llegó a los 18 años, un Pro Junior WSL en Canarias. Luego dio el salto al circuito WSL Qualifying Series, en donde empezaría a batirse el cobre con surfistas de todo el mundo. Y de ahí, a las olas grandes. Antes del de serlo como primera española en Nazaré, Coviella ya había sido pionera en La Misteriosa, una de las olas de gran tamaño más potentes del Atlántico Norte, que rompe en la isla de Lanzarote, frente a la villa marinera de La Santa.
—¿Cómo fue su primer contacto con el surf?
—Comparado con la mayoría de la gente con la que compito, empecé muy tarde. Me encuentro a chicas que llevan desde los tres o cuatro años en una tabla. Yo, a la primera, me subí a los doce. En mi familia nadie había surfeado antes nunca. Fui a una clase un verano y hubo algo que me enganchó porque no lo he dejado hasta hoy.
—¿Y se ha preguntado qué fue?
—Siempre había sido una chica muy atlética, muy deportista. Hice fútbol, baloncesto, vela, hípica, gimnasia rítmica... El surf es muy desagradecido. Tienes que ser muy constante. El mar no es una cancha de tenis, en la que puedes practicar siempre que te apetezca. Aquí cada ola es diferente. Fue el deporte que más me costó, y creo que precisamente eso fue lo que me enganchó. En los otros era ágil y destacaba. Me acabé aburriendo, los acabé dejando. El surf para mí acabó siendo un reto. «¿Por qué es tan difícil?», me preguntaba.
—Con una familia ajena a este deporte, ¿cómo llevan ellos el riesgo que asume sobre una tabla?
—Están muy orgullosos de lo que he conseguido, pero siempre tienen el «cuidado» en la boca. Al final también arriesgas la vida, pones mucho en juego. La semana que fui a Nazaré, mi madre tuvo que ir al médico para que le recetara un relajante porque era incapaz de descansar. Yo creo que no se va a acostumbrar nunca. Cada vez que le hablo de una ola gigante, le da un cortocircuito.
—Mujeres que surfeen olas grandes en España no habrá muchas.
—Qué va, debo ser la única ahora mismo. De hecho, yo no conozco a ninguna otra. Ya en el mundo somos pocas. Voy rompiendo barreras y ojalá en el día de mañana tenga a otras chicas españolas con las que poder picarme.
—Se prepara con los surfistas hombres. ¿Cómo la perciben?
—Siempre estoy rodeada de chicos. Me ven como uno más y me tratan de la misma manera porque puedo competir con ellos. El nivel está ahí, ahí... (risas).