Cavendish cambia la historia

Jon Rivas MADRID / COLPISA

DEPORTES

Mark Cavendish durante la presentación de equipos del Tour de Francia 2024
Mark Cavendish durante la presentación de equipos del Tour de Francia 2024 KIM LUDBROOK | EFE

El británico, que consiguió su primer triunfo en el Tour en 2008, supera a Eddy Merckx con su 35ª victoria en la carrera francesa

03 jul 2024 . Actualizado a las 21:07 h.

Hay días en el Tour que tienen poco para contar; etapas que los entendidos llaman de transición, por decir algo, que no son ni chicha ni limonada, la de un miércoles resacoso, como si el Galibier hubiera sido el escenario de un guateque multitudinario y a la mañana siguiente todos los componentes del pelotón, circulando entre vasos de plástico vacíos, ansiaran una pizca de sosiego, poco ruido y un camino tranquilo camino de la meta. Menos calor y más fresquito.

Rebuscando entre las notas a bolígrafo que se toman durante la etapa, de las de siesta de verano, se encuentra el apunte sobre un par de escapados franceses por mejorar el percentil de fugas diarias, y poder adjudicar a alguien el premio a la combatividad; o un elogio a la habilidad sobre la bicicleta del líder Pogacar, girando la rueda delantera en medio metro de asfalto para evitar chocar contra una señal de tráfico.

También los damnificados que dejó con su maniobra, entre ellos Pello Bilbao, aunque no fue nada. O, ¿por qué no?, el apuro gástrico del belga Tim Declercq, que tuvo que pedir permiso a los dueños de una caravana para utilizar el baño en plena carrera. En fin, bagatelas para componer un relato.

Hasta que llegó el último kilómetro. Y eso tiene que ver con Eddy Merckx, el gran campeón de todos los tiempos. Y con Mark Cavendish. Cuentan que el Caníbal dejó de dar paseos en bicicleta, ya cincuentón, cuando se dio cuenta de que su hijo Axel le ganaba en el mano a mano siendo todavía un adolescente. Hasta entonces, salía a montar en bicicleta con él, le desafiaba en las cuestas y en las rectas, a subir más rápido, a esprintar con más chispa. Todavía tenía piernas para ganarle todos esos retos, para llevarse las apuestas con el chaval. Pero Axel creció, y después de dejar atrás a su padre un par de veces, comprobó que Eddy tenía buen ganar pero mal perder.

Y sigue siendo tan competitivo, aún a su edad, el gran Eddy que, aunque no lo diga, el hecho de que Mark Cavendish haya batido su récord de victorias parciales en el Tour le ha tenido que saber a cuerno quemado, casi como una patada en la boca. Cuando el ciclista de la Isla de Man igualó la marca, habló con un periódico belga y, en principio, se mostró elegante con la posibilidad de que el británico le arrebatara la marca: «Ese récord de etapas no es algo que me quite el sueño, los récords están para batirlos», decía, pero luego le salió ese espíritu depredador, marca de la casa: «Supongamos que pase. Mark Cavendish nunca ganará cinco Tours y tampoco vestirá 96 días de amarillo». Comparar a Merckx con Cavendish es un sacrilegio. Pero seguro que no pasó buena tarde después de la llegada a Saint-Vulbas.

Algo se cocía allí, en aquel pueblito, casi una aldea de 1.200 habitantes a orillas del Isere donde a Cavendish le esperaba su familia numerosa. Por algo sería. Tenía un plan, y su equipo, el Astana, lo comenzó a ejecutar a falta de 30 kilómetros para la meta, cuando se empeñó en ponerse en cabeza del pelotón para dominar la situación. Mark Renshaw, el estratega desde el coche del conjunto kazajo, pensaba que podía ser el día, pero en una llegada masiva puede pasar cualquier cosa, desde una caída hasta quedar emparedado entre otros ciclistas sin posibilidad de pelear por el triunfo. Un imprevisto, una maniobra mal ejecutada o una ráfaga de viento en la cara pueden acabar con la estrategia mejor trazada.

Así que se tienen que alinear todos los astros para ganar, y más en el caso de un corredor de 39 años, que en el 2008 ganó su primer sprint en el Tour, y al que tras sus últimas victorias en el 2021, casi de prestado porque corrió sin cobrar del Deceunink para tener equipo, daban por amortizado. Pero lo rescató Vinokourov con un único objetivo, batir la marca de Merckx. «Astana hizo una gran apuesta este año para asegurarse de que estuviéramos bien en el Tour», dice Cavendish. «Era una gran apuesta ganar al menos una etapa. Esto demuestra que sabe lo que es el Tour. Tienes que hacer todo lo posible. Eso es lo que hicimos».

Entre ceja y ceja Cavendish tenía la meta de Saint-Vulbas metida entre ceja y ceja; así que, a falta de 500 metros, y después de perder la rueda de su último lugarteniente, culebreó entre los llegadores, metió los hombros para que Gaviria no le sobrepasara, y cuando vio un hueco, se lanzó a la izquierda de la calzada para destrozar los pedales a martillazos y ganar la etapa. Se le salió la cadena en la última pedalada, pero ya había levantado los brazos para saludar su trigésimo quinta victoria en el Tour. Después de compartir la marca con Eddy Merckx desde 2021, ya es el hombre que más triunfos tiene en la historia de la carrera. Posiblemente, no hubo nadie en el pelotón que no le felicitara. «El Tour de Francia es más grande que el ciclismo», asegura Cavendish. Y Merckx, en su casa, cabecea. Y Pogacar, tras pasar por el podio, confiesa: «Me ha dicho que no tenga prisa en batir su récord, pero no le puedo prometer nada».