La España de Luis de la Fuente acuna un sueño

DEPORTES

Alberto Estévez | EFE

09 jul 2024 . Actualizado a las 16:47 h.

España encaró esta Eurocopa siendo un enigma, un equipo difícil de descifrar. No se sabía muy bien ni cómo ni por dónde podía romper. Y se ha ganado a pulso el derecho de acunar un sueño con todos los honores y merecimientos. Porque no solo está en la ronda de semifinales, entre los cuatro mejores, sino que viene firmando una trayectoria de las que cautivan, con una identidad que no ha traicionado en ningún momento.

Ante Francia encara otro examen de altísima exigencia, porque se va a enfrentar a la mejor estructura defensiva de la Eurocopa, al contendiente más rocoso. En cinco partidos los galos solo han recibido un gol, el que les marcó Polonia. Y son un colectivo que se encuentra cómodo con ese traje en el que se ven más las correas que la alta costura.

Hasta la fecha, España y Alemania han sido los dos equipos que más han buscado la portería rival, de esa estirpe en peligro de extinción de los que tienen en su manual de estilo que para ganar hay que marcar un gol más que el rival, por delante de la máxima que dice que para no perder lo primero es no encajar.

Al conjunto de Luis de la Fuente probablemente se le plantee la prueba más difícil para poner sobre el tapete de Múnich su muestrario de ataque, por la contextura del rival y porque, con el paso de las jornadas, los adversarios también van acumulando datos acerca de cómo desactivar la alegría y el atrevimiento de Nico Williams y Lamine Yamal por las bandas, o la facilidad de los centrocampistas y de los jugadores de la segunda línea para asociarse y acelerar por los pasillos interiores.

La selección ha vuelto a ilusionar a la afición por los resultados y por ese fútbol alegre que, no obstante, va más allá del romanticismo. Lo demostró ante Alemania, haciendo gala de capacidad de sufrimiento en diversas fases del partido y de superación en la prórroga, después del varapalo del gol de Wirtz al filo del minuto noventa. El equipo cree. La grada también cree.