Rafa, siempre te quedará París

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso PARÍS, A RAS DE JUEGOS

DEPORTES

FRANCK ROBICHON | EFE

29 jul 2024 . Actualizado a las 16:53 h.

Las gradas de la pista Philippe Chatrier se colorean con más banderas españolas que serbias. Por el tamaño del país, por la doble apuesta del tenis español masculino en estos Juegos, o por lo que sea. Sirva la impresión a ojímetro sobre el contexto en el que se celebra el canto del cisne de Rafa Nadal en un partido individual en las instalaciones de Roland Garros. Pero desde que se anuncia por primera vez por megafonía el encuentro en la cancha central de los Juegos Olímpicos de París, hasta que los asientos se vacían, el pulso es abrumador. Aquí hay una veneración total por el juego, el talante, la capacidad de lucha y la dignidad en la derrota del español. Djokovic vencerá, pero no convencerá. Sostiene Sebastián Fest en Sin red (Debate), el completísimo libro que hace una década abordó la rivalidad y complicidad entre Nadal y Federer, que el serbio siempre arrastró un cierto complejo de culpa, nunca se sintió querido, por su carácter, por el pasado reciente bélico de su país o por el favoritismo de los otros dos genios. Y sostiene que desde muy pronto ha ido intentando recuperar el cariño de los espectadores. Hasta ahora, con poco éxito.

Quizá a Nadal le quieren y a Djokovic le aplauden (no hay otro con su palmarés, ni tan longevo, ni tan competitivo) por detalles como los que ofrece el partido de ayer. En la peor derrota posible, en la más simbólica de las capitulaciones, Nadal perdió 10 de los 11 primeros juegos del encuentro y no puso una mala cara, no dejó de animarse, no paró de aplaudir los aciertos del rival.

Hay que tener mucha clase para sostenerse así en un día tan delicado. Y cuesta imaginarse a Djokovic en un papel semejante. Por tantos motivos, ahora en la derrota más que nunca, Rafa, siempre te quedará París.