Loida Zabala, Zakia Khudadadi, Oksana Masters, Amalia Pérez o Beatrice Vio. No, no son el elenco de la serie Las últimas de la fila. Son Las últimas de la página. Clausurados los Juegos Olímpicos de París, clausurados los focos y las miradas. Muchas centradas en el regreso de las ligas y poco en lo que sigue sucediendo en París. Porque sí, todavía hay competiciones en juego en la ciudad del Sena. Pero, con los Paralímpicos, mejor mirar hacia otro lado. Tras ellos, se esconden historias de superación que trascienden el deporte.
Las piernas de Zabala dejaron de funcionar a consecuencia de una mielitis transversa cuando tenía 11 años. Siete más tarde, ya se dedicaba a la halterofilia. En tratamiento oncológico desde el 2023 por un cáncer de pulmón, afronta en París sus quintos Juegos. Unos que han sido su salvavidas, como ella misma reconoce.
Khudadadi hizo historia dándole la primera medalla paralímpica al Equipo de Refugiados. Un bronce en la prueba de -47 kilos de taekuondo. Para evitar que la acosaran en Afganistán por no tener parte de su brazo izquierdo, se cubría con un pañuelo. A los 10 años intentó suicidarse y, con la llegada de los talibanes, publicó un vídeo pidiendo ayuda desesperadamente para huir. «El día que llegaron a Kabul mi entrenador me dijo que todo había terminado para mí y que, si me encontraban, me matarían», contó. El Comité Paralímpico Internacional le ayudó a huir en secreto.
Oksana Masters tiene 17 medallas en cuatro deportes diferentes. Su madre sobrevivió al accidente nuclear de Chernóbil, ella nació con diversas lesiones derivadas de la radiación que forzaron la amputación de sus piernas. Sus padres la abandonaron y vivió en un orfanato hasta los 7 años, cuando la adoptó una familia estadounidense.
Mujeres, valientes y deportistas, que hacen historia pero no reciben el mismo trato —¿os suena la historia?—. Encasilladas en lo que no deberían ser: las últimas de la página.