El resultado no es satisfactorio para la selección. Hubo dos partes muy diferenciadas. La primera fue imprecisa, con desajustes... no era la España que todos esperábamos. Serbia también hizo muy buen trabajo. Su línea de cinco atrás estaba muy abierta, lo que impedía que entrasen en juego Lamine Yamal y Nico. Los taparon muy bien. La defensa se mostró férrea y tuvo muchas ayudas, lo que le dio ventaja para recibir y desequilibrar. En transiciones lo hicieron bien, con cuatro ocasiones buenas. La selección se mostró superior, pero no con esa solvencia que suele tener.
Ya en la segunda mitad, España ya fue España. Le faltó el gol, pero tuvo desequilibrio por las bandas, armó muchos centros, remates, Lamine Yamal fue un puñal... El equipo dominó y estuvo siempre en campo contrario. Se ajustaron las piezas y fue muy superior. Mereció ganar el partido, pero Serbia aguantó y tuvo premio.
Hay otro factor importante: se notó la ausencia de Rodri. Es el mejor del mundo en su posición, organiza muy bien el juego. Sin desmerecer a sus compañeros, pero siempre se nota cuando está en el campo.
El seleccionador, cuando el equipo juega muy arriba y el rival está encerrado, utiliza el recurso de los centros con Joselu como referencia. Es lo que buscaba cuando le hizo entrar. Pero entre los pocos minutos que tuvo y que no le llegaron muchos balones, apenas participó. A lo mejor, el partido demandaba que el gallego hubiese jugado más.
De cara a los próximos encuentros, y sabiendo cómo van a jugar los rivales, España tiene que trabajar mucho las finalizaciones cuando el contrincante se meta muy atrás. Esa es la asignatura pendiente.