
Recuerdo cuando conocí a Javi, siendo él un crío, y yo ya con mis títulos y mis logros. Aquel chaval era un fenómeno, sin haberse entrenado todavía como un auténtico triatleta, así que todo lo que vino después confirmó mis sensaciones. Porque lo que empecé a ver, mientras entrenábamos juntos en Galicia, era asombroso. Ahí era donde te empezaba a sorprender, mientras lo veías ejercitarse en privado en el día a día. Tenía un compromiso, una dedicación y una seriedad extraordinarios. Estaba loco por aquel nuevo deporte. No había una sesión que no abordase con la mejor cara. Puedo decir, después de casi 30 años en este deporte, que es una de las personas más profesionales que he visto. Y más brillantes.
Con estos condicionantes, y un cuerpo óptimo para el triatlón, solo podía pasar lo que pasó, su dominio durante tantos años. Con el paso del tiempo yo sentí la admiración que él sentía por mí, y supe que iba a ganar todo lo que quisiera, como hizo. Éramos rivales, pero él se había transformado antes en algo así como mi hermano pequeño, aunque peleásemos por las mismas medallas. Recuerdo una conversación previa a los Juegos de Pekín 2008, en la que hablamos de que nadie debía enturbiar nuestra relación.

Como triatleta, cambió hizo evolucionar nuestro deporte. Antes, todos tenían prisa por ponerse a punto, por rendir cuanto antes. Él trajo un trabajo de base de nadador, porque eso había sido antes que nada, y yo en cierto modo apliqué ese método y me funcionó. Él luego hizo lo mismo con la parte ciclista y de carrera a pie de nuestro deporte. Apostar por pretemporadas largas en las que se ponían las bases de lo que vendría luego. Paciencia, entrenamiento, dedicación.
Por eso Javi también se dedicó a competir en pruebas de ciclismo y atletismo. Fue el primer triatleta completamente completo en los tres sectores gracias a la paciencia del entrenamiento a largo plazo. Todo ese trabajo oscuro propició que en la competición no tuviese días malos. Había dos opciones, o estaba al 80% o al 100%. Algo increíble.
Yo primero y él después contribuimos a que el triatlón se popularizase y prestigiase en España. Cuando yo empecé, casi me daba vergüenza decir que practicaba tres deportes a la vez, luego nos respetaron y al final nos admiraron. Ser triatleta, un deporte completísimo, precioso y saludable, es hoy algo para presumir, y me gusta pensar que sucede en parte gracias a nosotros. Juntos tuvimos mil anécdotas. Bromas entre nosotros, que éramos unos chavales, como hablar en inglés en público como si fuésemos Os Tonechos. Yo era más valiente, más echado para adelante, y él me seguía las travesuras.
Y ahora que se retira del deporte profesional, creo que vuelve a acertar. Y me alegro por él. Cuando has ganado tanto, llega un momento en que te falta una cierta excitación; conoces dónde está cada bache, qué te van a preguntar en las ruedas de prensa, todo lo que va a suceder. Al aparcar las competiciones profesionales, gana tiempo para la vida. Se retira un grande. Vuela sin miedo, Javi. Mucha suerte.