Una marea naranja toma el Coliseum

DEPORTES

Marcos Miguez

Ni la jornada desapacible pudo impedir que la afición del Leyma Básquet Coruña viviese con ilusión un día histórico y llenase el recinto con su ánimo vibrante

29 sep 2024 . Actualizado a las 21:18 h.

Día uno de la era Coliseum. Día uno de la era ACB. A Coruña, consciente de la jornada histórica que vivía el Leyma, se volcó y tomó por completo los aledaños del recinto. La ilusión se palpaba, sobre todo, en el rostro de los más pequeños. Muchos de ellos serán conscientes, en unos años, de lo que presenciaron. Ataviados con su bufanda naranja, ni la lluvia pudo quitar de sus rostros la alegría. Con gritos y vítores recibieron uno a uno a los jugadores del equipo como estrellas. Los más afortunados se llevaron para el recuerdo un autógrafo y foto con Trey Thompinks, uno de los más aclamados. Atrás no se quedó el artífice de este equipo, Diego Epifanio, que respondió a los halagos con un pausado —como es él— «gracias por venir».

Si fuera del Coliseum la emoción era latente, dentro del recinto se multiplicó todavía más. Tras largas colas para acceder, las gradas fueron poco a poco cogiendo color. Un tsunami naranja que terminaría por inundar por completo el espacio. La puesta de largo oficial merecía el lleno. Más de 9.000 aficionados. No solo para ver al Real Madrid, sino también para presenciar en directo cómo su equipo hacía historia.

La primera canasta, de Brandon Taylor, desató la locura en las gradas. Unas gradas que no cesaron de animar, de alentar, de protestar cada acción, de dejarse la voz y las manos. Bufandas al aire, banderas y pancartas, bailes espontáneos... Todo por disfrutar de cada segundo del encuentro.

«Vamos Leyma, vamos. Vamos campeón», «Leyma Coruña» o «Atu, Atu, Atu Diagne» fueron algunos de los cánticos que resonaron por todo el recinto al compás de un incesante bombo. Aquí nadie bajaba los brazos. Hasta algunas de las nuevas incorporaciones del equipo coruñés miraban ensimismadas el espectáculo que había en la grada. Uno equiparable con el que mostró el Leyma sobre el parqué. Con la igualada en el electrónico, el graderío vivió un éxtasis pleno. Los de Epifanio plantaban cara a los madrileños, y la afición respondía dejándose el alma y vibrando con cada canasta de los suyos —y no solo canastas, un mate de Diagne a Tavares propició los «wow»— en un final de infarto y esperanza. «Sí se puede», entonaron al unísono. Y se pudo.

Un final histórico que reflejaba a la perfección lo que había sido el día. No solo se ganó al Real Madrid, se forjó una unión espectacular en el Coliseum. En cada grito. En cada festejo. La afición dejó el listón muy alto. Que esto siga. Aquí comienza la leyenda.