¿Por qué hay tantas roturas de ligamento cruzado anterior?

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Imagen de archivo en la que Valerón se rompió el ligamento cruzado anterior de una de sus rodillas
Imagen de archivo en la que Valerón se rompió el ligamento cruzado anterior de una de sus rodillas XOSE CASTRO

27 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

A medida que los futbolistas se han vuelto más fuertes y el número de partidos que juegan ha aumentado, la incidencia de roturas del ligamento cruzado anterior (LCA) también parece que ha aumentado, pero… ¿Por qué? En primer lugar, el modelo de juego hace que los jugadores sean más grandes, rápidos y fuertes que hace 20 años y las tensiones que se generan en las articulaciones son mucho mayores. Pero sus ligamentos siguen siendo del mismo tamaño. Además, la multiplicación de competiciones y su formato, que está al servicio de las televisiones —quien paga, manda—, han convertido el calendario en algo cada vez más exigente.

El informe anual de seguimiento de la carga de trabajo del sindicato mundial de futbolistas profesionales, Fifpro, es demoledor, pero parece que la consigna es que el espectáculo continúe mientras genere dinero.

Recorrer 162.978 kilómetros en un año

Los ejemplos del incremento de la exigencia son muy gráficos. No se realizan evaluaciones del riesgo que pueden suponer la suma de nuevas competiciones para los jugadores, y eso lleva a que el año pasado algunos futbolistas, como Cuti Romero, al jugar en el Tottenham y en la selección argentina, recorriera 162.978 kilómetros y permaneciera 211 horas en vuelos internacionales; o que Marquinhos, por los compromisos del PSG y de la selección brasileña cambiase zonas horarias (con el consiguiente jet-lag) 30 veces. El cambio de zona horaria supone un desajuste mental y coordinativo que no solo disminuye el rendimiento físico, si no que, al reducir la coordinación, puede favorecer la producción de lesiones.

Como dice Marcelo Bielsa, «ignorar que una preparación adecuada y el descanso son fundamentales para mejorar en los partidos es absurdo. Ignorar las consecuencias de la cantidad de partidos y de la cantidad de viajes terminará en lesionar a todos los jugadores».

Un ejemplo real

Pensemos en un jugador que se enfrenta a un calendario sobrecargado: partidos cada tres días, viajes a través de múltiples zonas horarias, estrés mediático, presiones de su selección y de su club, sueño interrumpido y tiempo de juego excesivo con una recuperación inadecuada. Y todo esto suponiendo que tenga una vida personal ordenada, sin rupturas afectivas, nacimiento de hijos que le alteren el sueño, y un entorno familiar estable. Esta combinación de cargas externas y desafíos psicoemocionales internos crea una tormenta perfecta; impulsa la inflamación, aumenta la sensibilidad de los tejidos, genera productos de desecho metabólico que sirven para alterar la precisión de las señales neuromusculares y distorsionar la coordinación y la precisión de los movimientos. A un nivel imperceptible para el ojo, los movimientos se vuelven más irregulares. La suavidad del movimiento se deteriora. Los errores se acumulan. En el nivel siguiente, los patrones de movimiento habituales cambian a medida que la calidad del movimiento se degrada y la percepción del riesgo se vuelve menos fiable. Por eso, se están desarrollando nuevas tecnologías, capaces de identificar pequeñas desviaciones de los comportamientos de movimiento normales, que pueden ofrecer información predictiva que antes no estaba disponible, para parar a un jugador antes de que se lesione, cuando el riesgo se eleve.

El fútbol, el más afectado

La rotura del LCA es una lesión importante, que puede afectar a la carrera de quien la sufre, sea cual sea su edad. Sabemos que los futbolistas son los deportistas que tienen más probabilidades de dañarse el LCA. Las razones son múltiples, pero el hecho de jugar con calzado de tacos, en un deporte de contacto, que hace que no siempre puedan plantar el pie de forma predecible, porque las circunstancias del juego exigen cambios bruscos de dirección y con frecuencia un oponente los empuja o estorba mientras giran para alcanzar la pelota, puede provocar que el pie quede fijado en el suelo y se provoque una torsión en la rodilla y la rotura de ese ligamento.

Consideración aparte merecen las botas, que han cambiado considerablemente, tanto en su peso como en los materiales con los que se fabrican y la forma de los tacos. Sus principales objetivos son proporcionar agarre a la superficie de juego, proteger el pie y facilitar el control y golpeo del balón. Parece que nadie se preocupa de que sirvan para prevenir lesiones o que causen más con una configuración o con otra, y, sin embargo, el agarre que proporcionan es la razón por la que el pie se queda fijado al suelo y la rodilla puede girar, dañando sus ligamentos. Diferentes estudios indican que las botas con tacos alargados podrían predisponer a sufrir más lesiones que los tacos redondos convencionales, por lo que es fundamental elegir bien el tipo de bota, sobre todo en el caso de las mujeres y de los jóvenes que aún no tienen fuerza suficiente para pivotar con seguridad sobre una bota que provoca un frenazo muy brusco del movimiento.

Prevención

Hoy en día sabemos mucho más sobre cómo prevenir estas lesiones, pero a pesar de la difusión de modelos de calentamiento estructurado que han demostrado una gran eficacia para lograrlo, los jugadores —tanto los jóvenes y los aficionados, como los profesionales— se lesionan cada vez más. Los programas de prevención como el PEP o el súper conocido FIFA 11+ deberían haber reducido la incidencia de esas lesiones, pero a pesar de todos los cursos que se imparten y la difusión que se les da por parte de los que tenemos alguna responsabilidad sobre las lesiones, no se ponen en práctica de manera generalizada. ¿La causa? Probablemente, como dice el doctor Gouttebarge, director médico de Fifpro, «porque la prevención de lesiones no es lo suficientemente atractiva», y así muchos equipos en todo el mundo todavía solo hacen un poco de carrera y un poco de estiramiento antes de competir o de entrenar.

Una dolencia que puede provocar la retirada prematura de los jugadores que la sufren

Aunque no hay muchos estudios que nos confirmen cómo afecta esta lesión a los jugadores aficionados y jóvenes, son suficientes para saber que no es una lesión banal: El 45% de los deportistas aficionados no regresan al deporte competitivo después de una lesión del LCA; un tercio mantiene síntomas y molestias dos años después de la lesión; y, quizás, lo más devastador, uno de cada cinco menores de 18 años volverá a romperse el ligamento cruzado ya operado, o sufrirá una rotura del ligamento en la rodilla contralateral. También sabemos lo que ocurre con los profesionales: aunque debido a la multitud de variables que afectan a la decisión de retirada de un jugador ha resultado difícil aislar el efecto de haber necesitado una cirugía del LCA en la longevidad de la carrera, un estudio publicado en este año sobre jugadores de Premier League arroja luz sobre este tema.

Casi dos años de diferencia

Se realizó una revisión retrospectiva de una serie consecutiva de jugadores operados de una rotura del LCA primaria entre el 2008 y el 2018. Cada jugador operado se emparejó con otros tres futbolistas de control de la misma liga, que no se habían sometido a una cirugía de ligamento cruzado, según la edad, la posición de juego y las apariciones en partidos previos a la lesión y los minutos disputados. Se recopilaron estadísticas de la carrera del jugador (incluidas el nivel de la liga, las apariciones en partidos y los minutos de juego) para cada año hasta su retirada, o el 1 de julio del 2022, cuando se acabaron de registrar los datos. La conclusión fue que los jugadores de fútbol profesionales masculinos que se sometieron a una plastia de ligamento cruzado tuvieron una reducción en la duración de su carrera de aproximadamente 1,6 años en comparación con un grupo de jugadores similar.

Muchos más minutos en el fútbol actual

La acumulación de partidos —y por tanto, minutos— es un factor determinante. Solo hay que echar la vista atrás. Por citar jugadores reconocidos y separados en el tiempo: a los 24 años, Ronaldinho Gaucho había jugado 163 partidos como profesional; a la misma edad, Vinicius Jr. lo ha hecho 369 veces; a los 21 años, David Beckham había jugado 54 partidos como profesional, mientras que Jude Bellingham lo hizo en 251 ocasiones. En España, a los 21 años Pedri había jugado ya casi 1.500 minutos más que Xavi y casi 4.000 más que Iniesta, lo que probablemente explica por qué ha sufrido tantas lesiones musculares y esguinces a lo largo de su carrera (336 días de baja por lesiones de tejidos blandos hasta la temporada 2023-24). Esto es algo particularmente evidente tras la temporada 2020-2021, donde las 73 apariciones de Pedri con el club y la selección española fueron seguidas por una serie de lesiones que le permitieron participar tan solo 22 veces con su club en la temporada siguiente y 35 en la campaña posterior.

En la temporada 2023-2024, Fede Valverde jugó 72 partidos. Con las proyecciones de calendario de las nuevas competiciones, y si no surgen lesiones o imponderables, en la 2024-2025 jugará 79, y en la 2025-2026, lo hará en 82 partidos. Y eso que el 88 % de los entrenadores de alto nivel consideran que el número máximo de partidos en los que un jugador debería participar es de 55.