Es difícil encontrar a este nivel un partido con tantos condimentos como este. El Benfica es un equipo que está acostumbrado en su liga a llevar la iniciativa, a tener la posesión, y salió con las ideas muy claras de cómo hacerle daño en transiciones largas, a las espaldas del Barcelona. Su primera parte fue muy buena y se marchó al descanso con un resultado favorable. A la vuelta cambiaron las tornas. El Barça tomó el dominio y, según fue avanzando el partido, el Benfica se fue olvidando de atacar, retrocediendo demasiado y entregándole el juego los de Flick.
En ese contexto, en el que solo ataca y no se ve obligado a defenderse, es dónde el Barcelona es más peligroso y se encuentra más cómodo. Llegó y llegó. Por un lado, por otro. Tiene tiro, paredes, regate, demasiados factores para desequilibrar. Y siempre acaba generando ocasiones de gol.
El Benfica se equivocó, aunque llegó a tener luego la última opción en las botas de Ángel di María, porque no es el Getafe, un equipo que en bloque bajo desactivó al Barça a base de faltas e interrupciones, de desconectarlo de su juego. Los portugueses no están acostumbrados a ese fútbol, porque tienen el sello de un grande, y los de Flick tuvieron la continuidad en sus ataques que les convierte en un equipo muy temible.
El Barça es un equipo que sigue en claro crecimiento y creo que va a optar a todo, a competir por todo, y tiene opciones tanto en la Liga y en la Copa como en esta Champions. Será un rival muy temido que ya tiene garantizada la clasificación directa, y al que nadie querrá enfrentarse en octavos de final. Tiene futbolistas muy jóvenes, que han cometido errores, como es normal, fruto de la inexperiencia, pero que se lo creen, saben perfectamente a lo que juegan, y son capaces de crecerse en partidos ante rivales de envergadura.