Caso Sinner: el tenis tiene varios problemas con el dopaje

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Juan Medina | REUTERS

15 feb 2025 . Actualizado a las 15:54 h.

El caso Sinner ya está cerrado y el tenis sale tocado de un proceso que nadie pudo manejar peor. Que un deportista cometa un positivo no tiene por qué significar más que eso, pero que patinen el amplio entramado de controles, garantías, sanciones y transparencia alrededor de una noticia tan relevante como que se detecten sustancias prohibidas en el organismo del número 1 del mundo conlleva otra reflexión.

El tenis, aunque respete unos códigos no escritos de deportividad en la pista, también es un deporte como cualquier otro. Con tramposos, listillos, analfabetos y aprovechados. Por eso nadie puede pretender, como sucedió con el positivo de Sinner durante los interminables cinco meses desde que se conoció su caso (ya otros cinco después de detectarse) hasta la pírrica sanción conocida este sábado, que el dictamen pivote sobre la buena voluntad del deportista y baste con culpar a un tercero. Ese vino a ser, en trazo grueso, el razonamiento de gran parte de la industria del tenis hasta ahora, verbalizado por Toni Nadal, tan fino crítico analista para otras cuestiones, y tan crédulo con el italiano. Si es un buen chico, debemos confiar en su versión, vino a decir en un mensaje amplificado por la mayoría de los compañeros de Sinner, en un ridículo corporativismo que alimentaba las sospechas de qué es lo que de verdad sucede para que se descubra un caso de dopaje y corran todos los actores alrededor a convencer al mundo de que aquí no ha pasado nada.

Hasta la Agencia Mundial Antidopaje, que tuvo el pudor de reabrir un caso minimizado por la Unidad de Integridad del Tenis, pecó ahora de tibieza al reducir la sanción a tres meses. Un castigo que hasta parece hecho a medida para la reaparición de Sinner en Roland Garros.

No se trata de invertir la carga de la prueba, sino de que, una vez detectada una sustancia, solo esté justificada su presencia en base a un criterio científico.

Poco avanzó el tenis desde 1997, cuando las autoridades que debían velar por el juego limpio ocultaron el positivo de Agassi. Solo la confesión del tenista, cuando le convino añadir carnaza a su bien pagada autobiografía, desveló detalles de su consumo de sustancias prohibidas, fuese por motivos recreativos o por un mal momento personal.

El deporte se hace ahora demasiadas preguntas amparadas por el ejemplo reciente de otros escándalos silenciados como el de Swiatek, con una ridícula sanción de un mes. ¿Cuántos positivos se taparon con suaves castigos que solo conocieron los implicados? ¿Por qué no se actúa con la fuerza que se hace en otros deportes? ¿Hay más casos pendientes de conocerse desde que se detectó el de Sinner? ¿Le habría sido impuesto el mismo castigo a un tenista de menos nivel? ¿Alguien asumirá alguna responsabilidad por este monumental fiasco?