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La araña mantiene con vida al Atleti

DEPORTES

JuanJo Martín | EFE

Una soberbia parábola de Julián Álvarez, que prolongó su estado de gracia con el séptimo gol en esta Champions, deja la eliminatoria abierta

04 mar 2025 . Actualizado a las 23:19 h.

La última vez que el Real Madrid perdió una eliminatoria de Champions, Julián Álvarez (Calchín, Argentina, 2000) estaba allí. Incluso marcó. Fue en la vuelta de la semifinal de hace dos temporadas. Aquel City salió campeón. Entre los dos zarpazos que dio anoche el Real Madrid, el de Rodrigo, tras un balón al pasillo de Valverde que retrató a Javi Galán, y el de Brahim Díaz, colocando la pelota en la rendija, Julián le dio al Atlético un motivo para no dejar de creer en su amuleto. Tejió su red sobre Camavinga y, una vez lo hubo enredado hasta anularlo, dibujó con una parábola el gol más estético de la noche.

La clave del viaje de Julián al Metropolitano la tuvo el clan argentino, con el que ganó el Mundial de Catar 2022. Correa, De Paul y Molina le achicharraron el teléfono para que fichara por el Atlético. «Es un jugador diferente, especial, que tiene un don. Es como cuando llegaron Luis Suárez y David Villa en su momento.», lo saludó el Cholo Simeone. Como atlético, Julián lleva 22 goles en 40 partidos. «¿El techo de Julián? No lo sabemos».

«Había jugadores más focalizados en la calidad que en el compromiso y el sacrificio. A quienes tienen calidad les cuesta. Para aclarar un poco, hay dos tipos de jugadores: los que corren y los que marcan la diferencia, si alguien quiere estar en el medio no puede ser. O corres o marcas la diferencia», adoctrinó Ancelotti a los suyos antes del derbi.

Julián es indudablemente de los segundos. Fueron sus hermanos, Rafael y Agustín, los que empezaron a llamarle araña cuando se las deseaban para birlarle la bola junto a su casa de Calchín, un pueblo de poco más de 2.000 vecinos. Hoy los dos juegan en un club de la segunda regional madrileña y acompañan a Julián en los viajes. A aquel niño, tímido en la grada y habilidoso en la cancha que, cosas del destino, llegó a probarse con once años en el Real Madrid antes de que lo fichara River, el club de su infancia, lo acompañan habitualmente en los desplazamientos once personas. Sus padres, su novia, sus hermanos, con sus respectivas parejas, y sus agentes. El único que se queda en casa es su perro. Julián le puso de nombre Tarzán.

Cuando Ana Rosa Quintana le preguntó al alcalde de Madrid, un reconocido colchonero, cómo le iba a llamar a su primogénito, José Luis Martínez-Almeida se encogió de hombros: «Aún no lo sabemos, pero a veces yo le digo Juliancito, por la Araña. Nos ha hecho recuperar la ilusión». Julián Álvarez es el antídoto que agitan los atléticos para agarrarse al desquite de la noche de la amargura, aquella del testarazo de Sergio Ramos en el descuento.