Ana Varela, atleta ciega: «El deporte me demostró que podía seguir haciendo las cosas que hacía antes»
DEPORTES

Un tumor cerebral le dejó prácticamente invidente con apenas 11 años: «En un primer momento piensas que es algo se te va a pasar y que vas a recuperar la vista»
08 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El atletismo se cruzó en la vida de Ana Varela Mosteiro (A Coruña, 1994) de forma inesperada y tardía. Tenía 21 años cuando tomó la decisión de apuntarse a esta actividad ofrecida por la ONCE. Hacía diez que había perdido prácticamente toda la vista después de que un tumor cerebral le oprimiese el nervio óptico. Ahora mismo, y en buenas condiciones, ve entorno a un 1 %. «La época en la que me pasó fue complicada, justo en la preadolescencia. En un primer momento piensas que es algo se te va a pasar y que vas a recuperar la vista. Hasta que te das cuenta de que no. Me enfadaba y me frustraba», recuerda.
Y fue ahí, tras quedarse prácticamente invidente, donde el deporte le tendió una mano. «Empecé con el yudo, porque lo había practicado en el colegio cuando era pequeña, y también probé la vela. El deporte es muy importante, me demostró que podía seguir haciendo las cosas que hacía antes», destaca. Y entonces optó por el atletismo: «Siempre me había gustado correr. En la adolescencia, al quedarme ciega, dejé de hacer deporte, no me apetecía. Y también se juntaba con el miedo de ir a algún sitio sin ver. Al apuntarme, me enganché».
La decisión supuso un paso adelante en muchos aspectos. «Mi autoestima mejoró. El verte bien, sentirte bien contigo misma... Antes, por no escuchar el rechazo, no iba a ciertos sitios o me quedaba atrás, mirando para abajo; pero ahora te atreves y contestas de otra manera. Es quererse a uno mismo con lo que tienes», explica Varela.
Todavía está recuperando el aliento tras un duro entrenamiento en las pistas de atletismo de Elviña, donde acude seis días a la semana para preparar el gran reto de este 2025 y de su vida deportiva: acudir a un Mundial. Competir internacionalmente es la espinita que tiene clavada una Ana que ha ganado en múltiples ocasiones el Campeonato de España en la categoría de 800 y 1.500 metros.
«Llevamos varios años detrás de ser internacionales. Hemos tenido la mala suerte, todo sea dicho, de que, a nivel paralímpico, llevamos cuatro años sin Europeos, que se atrasaron después de la pandemia. Es mucho más fácil empezar desde ahí. De hecho, la marca para participar ya la tendríamos. El Mundial es muy difícil, las mínimas que han puesto son descabelladas, pero hay que intentarlo», explica Varela.
Desde hace unos años compite de forma independiente con ficha tanto de la federación gallega como de la española para ciegos. Pero sigue haciéndolo acompañada por su guía de siempre, Luis, que ahora también ejerce de entrenador. «Llevamos trabajando juntos prácticamente desde que empecé, hace ocho o nueve años. Para correr es importante ir compenetrados, en espejo», comenta Varela. «Es muy autoexigente, normalmente pide más y hay veces que le tengo que moderar», resume Luis sobre la atleta.
Aunque el atletismo y todo lo que lo rodea le roba la mayor parte de su tiempo, la coruñesa sigue pensando alternativas para su futuro: «Este año estoy estudiando Quiromasaje y, aunque estoy enfocada en ese Mundial, quiero sacarme el título con miras a tener una salida laboral. También estudié Integración Social y me gusta mucho, pero esta vertiente también y la puedo relacionar con el deporte».
Esta alternativa no fue la primera a la que recurrió Varela. En el 2017 tenía como objetivo comenzar a cursar el grado de Educación Social. Y, aunque se decidió a empezarlo, la escasez de facilidades por su discapacidad propició que la abandonase antes de tiempo: «No fue el mejor trato, además siendo la carrera que es, en la que están preparando a gente para trabajar con todo tipo de exclusión, y ahí también entra la discapacidad».

«No puedo dejar de entrenar porque sea festivo, pero las pistas no abren»
Ana Varela se ejercita prácticamente todo el año en las pistas de atletismo de Elviña, a excepción de una semana en la que se concentra con la federación española. Sin embargo, debe hacer malabares para poder entrenar. «Aunque la Universidad nos deja las pistas, cuando esta cierra también lo hacen las instalaciones. Los domingos, por ejemplo, no se puede entrenar y ahora, que viene Semana Santa, tampoco. Los sábados abren muy poquito y en verano solo por las mañanas. Eso nos dificulta la vida. No puedo dejar de entrenar porque sea festivo, no es lo que necesita el atletismo de la ciudad», critica Varela, que también reclama más pruebas. «Tenemos un circuito de carreras populares, pero a nivel federativo no tenemos absolutamente nada. Llevo desde el año pasado sin competir», añade.
Sin pistas donde entrenar, el abanico de soluciones es escaso para la atleta. «Nos adaptamos mal. Ella no corre bien fuera de pista, va con miedo. Confía en que le voy a avisar de cualquier obstáculo o de que le voy a llevar por donde esté más liso, pero va más tensa», comenta Luis, antes de que Varela añada: «Aunque mentalmente vayas confiado, el cuerpo no va». Recurren al Paseo Marítimo del Burgo o al carril para corredores de Riazor. Aunque este último, por ejemplo, es algo estrecho para ellos. «Tengo que tirarme a la hierba si viene gente de frente», comenta Luis. «Es imposible que podamos ir rápido por ahí, soy ciega, pero no puedo ir arrollando a todo el mundo», incide Ana.
«Si finalmente vamos al Mundial, vamos a tener que estar julio y agosto a tope, seguramente mañana y tarde. Y las pistas en verano no abren por la tarde», resume Varela. Para esta Semana Santa ya han hecho cálculos. Se mantendrá en forma en una cita adapta por Luis, pero nunca nada estará a la altura de una pista en condiciones.