
Desplome histórico del conjunto de Vialli y Mancini, el de la final de Wembley 92
15 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando, en diciembre del 2021, Marco Lanna recibió el encargo de presidir la Sampdoria, una de sus primeras llamadas fue para Gianluca Vialli. Sabía que el viejo ariete había aspirado también a dirigir su antiguo club. «Lamento que no haya podido cumplir su sueño», compartiría solo un año más tarde, consternado por el prematuro fallecimiento de uno de los estandartes de la más mítica Samp. El anhelo incluía reunir en torno al equipo genovés a un grupo de reconocibles excompañeros que han acabado juntándose para otro funeral.
Olía ya a incienso en el Luigi Ferrari hace un par de meses, pero Roberto Mancini y Attilio Lombardo se empeñaron en un último intento de resurrección. El primero acudió a brindar consejos a los nuevos rectores de la entidad; el segundo, a auxiliar al entrenador. Ambos habían participado de inicio en la final de Wembley del 92. Como Lanna y como Vialli; como Pagliuca, Vierchowod o Toninho Cerezo, por citar solo a los más reconocibles de entre quienes se enfrentaron (y cayeron) ante el Barcelona de Ronald Koeman y Johan Cruyff.
En una derrota con prórroga quedó establecido el pico histórico del club, que se presentó en la cita portando el scudetto, como campeón liguero del curso anterior. En su palmarés contaba ya con una Supercopa y tres copas de Italia, sumando una cuarta dos campañas más tarde: Sven-Goran Erikson había relevado ya en el banquillo a Vujadin Boskov.
La historia de este conjunto del noroeste italiano tuvo su réplica en otra esquina Europea a mediados de los 90 y principios del nuevo milenio. El Deportivo acumuló también seis trofeos (Liga incluida), discutiendo el dominio de las grandes potencias españolas. Si los coruñeses supieron repicar el éxito también lograron anticipar la caída. La Samp cae ahora al pozo del que salió recientemente la escuadra blanquiazul. Aquí, Primera Federación; allí, Serie C. En ese tercer nivel militarán la próxima campaña los genoveses tras un desenlace cruel.
La temporada 24-25 prometía. El objetivo era retornar a la máxima categoría; abandonada, con la entidad en quiebra, en la 22-23. Andrea Pirlo en el banquillo y un plantel con 16 incorporaciones, exprimiendo los 30 millones que marcaban el segundo presupuesto más alto de la Serie B. El proyecto, sin embargo, descarriló pronto: tras la tercera jornada hubo cambio de técnico (llegó Andrea Sottill), y también al acabar la 16 (Leonardo Semplici) y en la 32. Los últimos seis partidos discurrieron bajo el mando de Alberico Evani, otro exjugador de la entidad. Con él se rozó el milagro, en forma de triunfo sobre la Salernitana (30.000 espectadores en la grada) que dejaba la salvación a tiro de victoria en el encuentro final.
El martes tocó visita al Romeo Menti, donde el recién ascendido Juve Stabia se había hecho fuerte hasta asegurarse una plaza de play off. El duelo resultó igualado, pero los visitantes gozaron de dos oportunidades clarísimas a pocos minutos de su conclusión. Ambas las desperdició M’Baye Niang. El delantero fue uno de los principales receptores de la ira de la hinchada, propagada a través de redes sociales en cuanto la cita concluyó con el resultado inicial. Punto insuficiente para asegurar al menos la promoción.
El primer equipo de la Sampdoria consumó un desplome contagioso, que ha combinado con el descenso del conjunto femenino y del filial. El 35 aniversario del único scudetto coincidirá con el momento más crítico en casi 80 años de historia. La cifra redonda llegará el 12 de agosto del año que viene, quizá coincidiendo con el resurgir de este club cargado de historia; hogar de futbolistas de la talla de Vialli, que se fue pronto, con un sueño por cumplir.