
Teniendo en cuenta cómo venía jugando el PSG, su condición de campeón de la Champions, y la forma en la que estaba, es una sorpresa. El Chelsea fue justo vencedor. En líneas generales el conjunto parisino tiene muchos recursos, tanto en defensa como en ataque, y es capaz de combinarlos todos. Sin embargo, el cuadro blue les impidió desplegar su juego.
El Chelsea no defendió muy arriba y no cometió errores a la hora de sacar el balón, lo que generó que el PSG tuviese que jugar siempre en ataque estático. Los de Luis Enrique no pudieron correr cuando recuperaban balón. Les costó muchísimo combinar, generar más desequilibrio y tener presencia en el área rival. Eso les faltó a los parisinos, que se mostraron lentos a la hora de combinar. Los de Maresca hicieron muchísimo daño cuando salieron con el balón controlado en transición. Así llegaron los tres goles.
El peso que tiene la defensa en todos los partidos ha quedado demostrado. Como no defiendas bien, estás muerto. El Chelsea lo hizo, y siempre con muchos jugadores por detrás. El París Saint-Germain no tuvo muchas ocasiones de gol ni mucha presencia en el área, pero los blues les mataron las veces que corrieron con balón. El cuadro londinense defendió bien y tuvo la oportunidad de correr. Y ambos aspectos lo aprovechó para imponerse en la final del Mundial de Clubes.