Sinner celebra en Wimbledon la revancha en un nuevo clásico ante Alcaraz

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El italiano se resarce de Roland Garros y gana su primer título en Londres, su cuarto «grand slam», ante un rival incómodo que cede por primera vez en la final de un «major»

13 jul 2025 . Actualizado a las 23:21 h.

Jannik Sinner se apunta la revancha en el nuevo clásico del tenis, que llega solo cinco semanas después de que Carlos Alcaraz le ganase en uno de los mejores partidos de la historia de Roland Garros después de 5 horas y 29 minutos. El italiano venció este domingo en la catedral del tenis para celebrar su primer Wimbledon, su cuarto grande, y darle la vuelta a una rivalidad formidable en el que había perdido los cinco últimos combates, para un total de 8 derrotas en los 14 precedentes. Porque el número uno está de vuelta ante otro gigante que cede por primera vez en la final de un major, después de cinco seguidas ganadas.

Sinner remonta por 4-6, 6-4, 6-4 y 6-4 una final a la que le faltó épica e instantes brillantes. Dará mejores tardes este nuevo clásico del tenis, porque a uno y otro lado de la red se desafiaron los campeones de los siete últimos grandes, de hasta nueve de los doce grand slams más recientes. Una nueva era.

De inicio, Alcaraz soporta el estrés de verse por detrás en el primer set. Pasa de un 2-4 en contra a ganar por 6-4 gracias a dos breaks frente a un rival fiabilísimo, que solo había cedido dos servicios en sus seis partidos anteriores. Ese vuelco lo construye Carlitos con paciencia frente a un tenista que parece un robot, estocazo tras estocazo, lo mismo por el perfil del drive que por el del revés. Sin fisuras.

Ese paso adelante lo demuestra el español con un peloteo con 3-4 en contra que termina con un grito, un puño cerrado y un aviso: quería remontada. Comenzaba a disfrutar, con dejadas que hacían zoupar al rival, resbaladizo al intentar arrancar hacia delante. Mientras uno crecía, el otro dejó un par de detalles inquietantes, como si le lastrase el recuerdo de su drama de cinco semanas atrás en París.

Sinner limpia su mente

Pero a todo eso hizo borrón en cuanto empezó el segundo set Sinner, demostrando por qué es el número 1 del mundo. Rompió el servicio de Alcaraz y ya no cedió el suyo hasta el 6-4 que empataba la final. Al español le faltaba encontrar el ritmo justo para hacer frente al martillo pilón del rival. Y en esos matices, en la búsqueda de la agresividad precisa, se fue discutiendo el tercer set. Con Carlitos más que discreto, y nunca disfrutón. Falto de algún punto de magia que le devolviese la sonrisa y la chispa, de un giro de guion que permitiese un desenlace como el de hace cinco semanas en la final inolvidable de Roland Garros.

Esa tercera manga empezó con un sobresalto, con el italiano con dos bolas de break a su favor desperdiciadas, y con su primer ace, que se demoró hasta ese tercer set, algo infrecuente en hierba. Y con el defensor del título aferrándose a su fiabilidad en esta superficie, donde defendía los mejores números de la historia del tenis, con más de un 90% de triunfos, con 20 victorias seguidas en Wimbledon, y con hasta 24 en total sobre césped.

Pero algo no encajaba esta vez. Alcaraz se sentía inferior en el intercambio de golpes, y eso pesa más que cualquier estadística, que la realidad misma de una final que a ojos del resto parecía muy pareja.

«Está siendo mucho mejor que yo, mucho mejor que yo», repetía Alcaraz alicaído hacia su banquillo cuando se consumía el tercer set, que terminó perdiendo por 6-4. Y esa losa de la desconfianza era más difícil de levantar que cualquier adversidad en la pista. Entró igual de quejoso al cuarto set, cedió un break rápido y ya fue incapaz de levantarlo. Ni las ganas del público de ver más tenis, volcado ante cualquier atisbo de reacción del defensor del título, prendieron la llama.

Alcaraz es un gigante, aunque ya no es infalible en las grandes finales.