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27 jul 2025 . Actualizado a las 15:56 h.El equipo está entrenando, pero sus miradas no se dirigen hacia el césped. Lo de menos para ellos es el balón. Sus ojos están pendientes de los gráficos que se dibujan en tiempo real en la tableta o tabletas que manejan en ese instante. Líneas rojas y verdes que miden la fatiga, la velocidad, el riesgo de lesión... Cada día se enfrentan a millones de datos. Con la ayuda de la inteligencia artificial los analizan, les dan un significado, los cruzan con otras variables y le ofrecen al entrenador del equipo o del deportista toda la información necesaria para que el trabajo de esa jornada, en primera instancia, y la competición, como meta final, sean lo mejor posible. Es la figura de los sport scientist, los nuevos arquitectos del deporte.
«En la actualidad no se podría comprender el deporte sin esta figura. En mayor o menor medida, cualquier competidor o equipo que se precie trabaja con uno», explica Eduardo Carballeira, fisiólogo del Deporte, experto en monitorización del rendimiento, profesor en la Universidad de La Laguna y asesor científico de los yudocas Alberto Gaitero y Adrián Gandía.
Tomando como referencia la figura de Tim Gabbett y su teoría de que el entrenamiento debe basarse en datos y no en creencias, el analista científico tiene la complicada misión de transformar los fríos números y las «flechas de los indios», que diría Arsenio Iglesias, en información necesaria para caminar hacia el objetivo que, en el deporte, no es otro que el triunfo.
«Nos manejamos con un volumen de datos tremendo, que precisan un cabecilla que les dé coherencia. Alguien que tenga una visión transversal y vea lo complejo del puzle del entrenamiento», explica Jorge Abruñedo, máster en Alto Rendimiento Deportivo y cofundador de Road to Performance.
				
		
			
		
		
												
En este sentido, Cristian Florin Gavril, coordinador del Observatorio Internacional del Deporte, incide en cómo en la actualidad «hay tantos datos que producen una ceguera que debe filtrarse: desde la velocidad hasta la cantidad de nutrientes que ha de ingerir un deportista, los parámetros de descanso...».
Además, incluso dentro del mismo deporte, las variables son múltiples. «No tienen la misma traducción los kilómetros que puede hacer en fútbol un lateral que un central y eso también hay que descifrarlo», puntualiza.
Es el tamizado que hacen los sport scientist, los nuevos arquitectos del deporte.
Jorge Punzón, científico deportivo del Picusa: «Los equipos profesionales de ciclismo tienen todos uno o dos matemáticos en su nómina»
En el vertiginoso mundo del ciclismo de formación, donde cada pedalada es una inversión de futuro, la ciencia y la metodología son la brújula que guía el talento. El Picusa Academy, uno de los dos equipos españoles que tuvo el privilegio de disputar el pasado Tour júnior, no es ajeno a esta realidad. Así, tiene en Jorge Punzón (O Porriño, 1991) a su mente maestra detrás del éxito. Es el sport scientist del equipo.
—¿Cuál es la misión de un científico del deporte en un equipo de formación?
—A diferencia de los grupos profesionales, nosotros trabajamos con chavales que tienen pocas horas para entrenar y debemos sacar el máximo rendimiento posible. En este sentido, tenemos en los potenciómetros nuestra herramienta estrella, porque me permite saber en todo momento lo que hacen, el descanso...
—¿Cómo influyen los datos en estas edades?
—Principalmente, nos permite evitar lesiones y aprovechar al máximo la fuerza encima de la bicicleta. Ahí entra también el papel de la biomecánica y cómo acoplar al corredor al vehículo. Vienen con la bicicleta y tratamos de, con unas herramientas específicas, sacar el máximo rendimiento de todos. Cada uno tiene una forma de pedalear diferente y unas condiciones físicas que varían.
—¿Qué peso tienen los datos y el resto de aspectos en el diseño del trabajo de los jóvenes?
—Digamos que el análisis de datos es un 50 % del total. Porque, luego, también hay que ver las sensaciones de cada corredor; hasta los resultados de cada carrera influyen en el rendimiento más próximo. Se entrena para formar ciclistas y ganar pruebas, por eso también es muy importante lo que sucede en la realidad más allá de los datos. Las horas de sueño, la nutrición...
—¿También se encarga de la nutrición?
—Yo no soy nutricionista. Hay gente especializada en eso. Pero sí que he estudiado bastante al respecto. Trabajamos con la Jumbo Foodcoach, la aplicación desarrollada por el Visma. Es súper intuitiva. Los ciclistas la manejan ellos, pero lo ideal es que luego todo eso lo supervise un nutricionista. Posteriormente, este nos proporciona datos a los llamados sport scientist, que lo unimos a aquellos de los que hablábamos antes, a la biomecánica y a la información para acercarle a los entrenadores la realidad más precisa posible.
—¿Cuánto de informática hay hoy en día en el deporte?
—Muchísimo. Sobre todo, en el ciclismo. En nuestro caso, esa parte la lleva María Campos, que es ingeniera informática. Ella es la encargada de desarrollar los programas y trabajar con algunas aplicaciones para que yo tenga los datos precisos y, como decía antes, poder traducírselos a los entrenadores. Pero nosotros no dejamos de ser un club de promesas. Los equipos profesionales tienen todos uno o dos matemáticos en su nómina. Así que mire usted la importancia que se le da a esta parte que no siempre se ve, pero que es indispensable.
—Además, le exigirá una formación continua.
—Se lo resumiré en una frase: «Lo que vale para hoy, no vale para la temporada que viene». El método de entrenamiento con el que trabajamos este año, no tiene que ver con el del próximo. Y no digamos la mecánica. La nuestra es una ciencia que está en permanente evolución.
—Cuando un equipo profesional va a fichar una promesa, lo primero que hace es pedirle acceso a los datos que tiene en la nube. ¿En su caso trabajan también así?
—Digamos que nosotros, como cogemos a los chicos más jóvenes, no disponemos de tantos datos. Pero sí que tiene mucha importancia. Hay que tener en cuenta que no es tanto el resultado inmediato como el futuro que pueda tener el chico. Para que un corredor llegue, debe tener talento. Pero también necesita otras cosas, que son las que nosotros medimos y valoramos. Los parámetros sanguíneos o el consumo de oxígeno son muy importantes en un deporte de resistencia como es este. Cuando cogemos un júnior de segundo año ya podemos analizar esos aspectos. Con los cadetes, somos nosotros los que empezamos a trabajar esas variables. Pero cada vez se inicia más pronto el estudio.
