El tempranero gol de Oyarzabal, al que siguieron los tantos de Cucurella y Merino en el primer acto, facilitó el triunfo de la selección para abrir el camino al Mundial 2026
04 sep 2025 . Actualizado a las 23:08 h.La vigente reina de Europa y subcampeona de la Liga de Naciones no ceja en su empeño de ilusionar a la gente con la mirada puesta en el Mundial de Estados Unidos, Canadá y México que se avecina. En un partido muy profesional, resuelto en la primera mitad con los tantos de Oyarzabal, Cucurella y Mikel Merino, España sometió a una Bulgaria en la que cualquier tiempo pasado fue mejor, al menos por lo que al fútbol respecta.
Volvieron tras un año en el dique seco Rodri y Carvajal para disfrutar de media horita, debutó Jesús Rodríguez, no hubo más lesiones, y el combinado llegará pletórica al compromiso del domingo en Turquía, mucho más peliagudo que el de Sofía en la batalla por el primer puesto del grupo que da plaza directa para esa Copa del Mundo en la que España ambiciona su segunda estrella.
De la Fuente, tipo tradicional donde los haya, es un firme defensor de la familia en todos los ámbitos y desde todos los ángulos. El riojano conoce bien los códigos para mantener la unión en el grupo y la motivación de sus hijos futbolísticos, sin generar envidias ni rencores. Quizá por eso, reclutó un año después a Rodri Hernández y Dani Carvajal, dos héroes que acaban de superar gravísimas lesiones, y mantuvo su confianza en Álvaro Morata, lejos de su mejor momento. Pero al mismo tiempo fue justo y les dejó en el banquillo en Bulgaria, donde puso en liza el mismo equipo que salió en la final de la Liga de Naciones perdida ante Portugal, con la excepción de Pedro Porro en el puesto de Mingueza.
Supo también el preparador español alertar en la previa a sus pupilos, a los periodistas y a la opinión pública sobre los peligros de septiembre, mes aún de sombrillas, chanclas y bañadores aunque la temporada cada vez empieza antes. Nadie se fía de esta ventana de selecciones desde aquella debacle de la España de Javi Clemente en Chipre que le costó el puesto al técnico vasco tras sobrevivir al nefasto Mundial de 1998, donde la selección se fue a casa tras la fase de grupos pese a endosarle un set precisamente a los búlgaros en la despedida.
Dicho todo esto, los protagonistas son los jugadores, decididos desde el primer minuto a someter a una selección vulgar, que trató de encerrarse en su área, pero fue hasta blandita. Para los veteranos, resulta odioso comparar a esta Bulgaria de Ilian Iliev, 84.º en el escalafón FIFA, con aquel combinado duro y experimentado que condujo Dimitar Penev. Palabras mayores.
El pleito en el estadio Vasil Levski fue un monólogo español que comenzó con presión alta y Lamine Yamal encarando una y otra vez a Nürnberger. Marcar pronto en este tipo de partidos es clave y así lo entendió Oyarzabal, que para ser un nueve mentiroso es muy verdadero. El eibarrés culminó una gran jugada, con participación de Lamine, Pedri y Zubimendi, anotó su undécimo gol con De la Fuente. Más que nadie.
Monólogo español
El dominio era tal que la hinchada local aplaudía hasta los despejes a la grada. Y no digamos ya si Bulgaria superaba el centro del campo y avanzaba. Fue lo que hizo Kirilov, extremo zurdo del Levski de Sofía, para sorprender y lanzar al poste. Un susto que vino bien porque evitó cualquier relajación.
Cuando Vutsov ejerció de portero de balonmano para desviar un disparo a bocajarro de Lamine, España jugaba a placer. Toque rápido, sin dormirse con el balón. A la media hora, Cucurella firmó su primer gol con la selección. Balón suelto, control con la derecha y zapatazo con la zurda. De manual. Y el tercero, obra de Mikel Merino, de cabeza, a la salida de un córner. Suficiente, aunque pudieron ser más antes del descanso.
Estaba cantado que el ritmo decaería tras la reanudación, ya sin el amonestado Le Normand para minimizar riesgos. Fútbol control y a cumplir objetivos. Gran noticia ver de nuevo en acción a Rodri y Carvajal, los mejores en sus puestos hasta romperse. Media hora para recuperar sensaciones y volver a disfrutar de su pasión. Aún quedaba el estreno de Jesús Rodríguez. Todo a pedir de boca.