La Vuelta se decidirá en 44 segundos

Igor Barcia COLPISA

DEPORTES

Javier Lizón | EFE

Philipsen gana al esprint en Guijuelo y Vingegaard suma 4 segundos ante un despistado Almeida antes de la cita decisiva de la Bola del Mundo

12 sep 2025 . Actualizado a las 19:57 h.

Se esforzó Joao Almeida en las rectas de la crono de Valladolid para rascar diez segundos a Jonas Vingegaard, pero el danés penalizó este viernes de nuevo un despiste del portugués y el UAE sumando cuatro segundos en el sprint bonificado de Salamanca. En una Vuelta donde las diferencias son mínimas, la concentración de Vingegaard en todo momento está siendo hasta ahora determinante. 24 segundos en Valdezcaray, otros seis en Pike Bidea y las bonificaciones como la de ayer le hacen llegar a la decisiva Bola del Mundo con 44 segundos sobre Almeida. Distancia que en los 3,5 kilómetros en el muro de hormigón, en un mano a mano entre ambos, pueden ser suficientes teniendo en cuenta que salvo en la ascensión riojana, ninguno de los dos ha sido capaz de distanciarse minimamente en estas tres semanas de carrera.

Como era de esperar, la llegada a Guijuelo se decidió al esprint, donde Jasper Philipsen aprovechó para anotarse su tercera victoria de etapa al esprint y donde Mads Pedersen, segundo, se aseguró el maillot verde de la regularidad. Solo algunos intentos de Ineos por romper la carrera jugando con el viento de costado llevó los nervios al pelotón, donde una vez más Visma estuvo atento y UAE desordenado. Así se vio en el paso por Salamanca, donde tras Jakub Otruba, escapado toda la jornada, se repartían cuatro y dos segundos en meta. Por un costado, el Visma colocaba al maillot rojo, por el otro, los compañeros de Almeida se enredaban hasta el punto de ser incapaces de contrarrestar el arreón de un Vingegaard que casi ni se creía ese regalo en forma de cuatro segundos. «Ha sido improvisado. Estábamos ahí y hemos probado y ha salido bien. Cuatro segundos no son muchos, pero vienen bien», agradeció después el danés, gran favorito a salir de rojo desde la Bola del Mundo.

Con solo dos ascensiones en sus 90 años de historia, la Bola del Mundo se ha convertido en otra de esas subidas icónicas ya en La Vuelta, que de hecho ha incluído a la cumbre madrileña en un recorrido tal especial como el de esta edición y, de nuevo, como jornada decisiva para la resolución de la carrera. Durante muchos años Enrique Franco, antiguo responsable de la carrera, tuvo el deseo de terminar una etapa en esta cumbre, pero no fue hasta 2010, en los inicios de Javier Guillén como director de La Vuelta, cuando se hizo realidad la subida a este escenario emblemático de la Sierra de Guadarrama. Y lo hizo en una jornada inolvidable donde ganó Ezequiel Mosquera en un mano a mano con Vincenzo Nibali en el que el italiano se llevó la general. Después repitió en 2012, con triplete español en el podio final (Contador, Valverde y Purito Rodríguez).

La de hoy, si las protestas lo permiten, será la tercera vez que la ronda hispana llegue hasta las antenas situadas a 2.260 metros de altura y de nuevo será el escenario donde se resuelva La Vuelta. En realidad el Alto de las Guarramillas, conocido popularmente como la Bola, es una ascensión de poco más de 3 kilómetros que parte del puerto de Navacerrada para completar 12,3 kilómetros de ascensión final. El conocido alto de la sierra madrileña se subirá hoy en dos ocasiones, la primera por las 'siete revueltas' y la otra por Guadarrama. Una vez en Navacerrada, se toma un desvío que por un camino de hormigón llevará a los corredores hasta las tres grandes antenas en forma de cohete que coronan el monte y que cuenta con rampas de hasta el 20% de desnivel.

Un muro en el que Vingegaard y Almeida resolverán esos 44 segundos de diferencia que juegan a favor del danés, pero que en esos tres kilómetros y medio, con los pulmones ardiendo y donde la ayuda de los equipos no sirve para nada, pueden quedarse en nada si las fuerzas flaquean.

El podio de Madrid

Conquistar la Bola del Mundo supone ver desde lo alto el podio de Madrid, premio al sufrimiento y la agonía de llegar a un escenario inhóspito en invierno. Hasta tres veces ha derribado el viento la antena de 65 metros, por no hablar de lo que sufrían allí arriba los trabajadores, que podían pasar varios días aislados por la nieve en un lugar con diseño de base ártica para soportar las inclemencias del tiempo.

En el Alto de las Guarramillas se han registrado vientos de 190 kilómetros por hora y temperaturas inferiores a 20 grados bajo cero. Hoy, por fortuna, los corredores no tendrán que hacer frente a esas condiciones, pero nadie les quita el tener que ascender por ese despiadado muro de hormigón hasta alcanzar estas antenas nacidas en 1959 para ofrecer señal de radio y televisión a las dos mesetas, hasta que en 2010 el Gobierno decidió cerrar el potente repetidor de televisión. Y ahí, en ese mismo año, nació un emblema del ciclismo, una ascensión que en tan solo dos ediciones se ha ganado un sitio en el recorrido del 90 aniversario de La Vuelta. Así que la tercera vez que recibe a la carrera resolverá las dudas. Segunda victoria de Jonas Vingegaard o el histórico primer triunfo de un corredor portugués en una gran vuelta. Joao Almeida lo tiene a 44 segundos de distancia.