Adrián Ben, un monstruo fiel a sus orígenes

Iván Díaz Rolle
Iván Rolle VIVEIRO

DEPORTES

Sportmedia Contenidos | EFE

Seis años después de su mayor decepción deportiva en un Europeo sub-23, el viveirense regresó al 1.500 para confirmarse entre los más grandes

19 sep 2025 . Actualizado a las 13:49 h.

Colgando en su cuenta de Instagram una imagen de Monkey D. Luffy, el protagonista de la serie One Piece, en su forma más poderosa y con una sonrisa burlona para acompañar la tabla de tiempos que lo presuponía el más débil de los finalistas del 1.500 anticipó Adrián Ben Montenegro su última faena en el Mundial de atletismo de Tokio. Como el rey de los piratas, el viveirense tampoco entiende de pronósticos ni rendiciones, ni siquiera cuando se enfrenta a los que él mismo definió como «monstruos».

«Es la hora de los sustos», avisó a Corredor tras superar las series con suficiencia. Con la capital de Japón, donde ya fue quinto olímpico en 800 en el 2021, siente un estrecho vínculo por una cultura anime que consume y siente un mantra vital desde bien joven. Mucho antes de ver frustradas sus primeras esperanzas en el 1.500.

Ben sufrió su mayor decepción deportiva en el Europeo sub-23 de Gavle (Suecia), en julio del 2019. Allí llegaba como aspirante a todo y cayó en semifinales, lo que despertó una profunda reflexión para un chaval que ya vivía todas las privaciones del deporte profesional en la Blume de Madrid, muy lejos de su gente. Siempre bien rodeado, su agente, Alberto Suárez, lo animó para desquitarse probando un 800, logró la mínima para el Mundial al aire libre de Doha y el resto ya es historia para el deporte español.

En una distancia siempre impredecible, el mariñano se exhibió como un esforzado e inteligente estratega. Fue sexto en Catar, quinto en los Juegos Olímpicos de Tokio y cuarto en el Mundial de Budapest 2023, el mismo año en el que logró el oro europeo bajo techo en Estambul. Un sistema clasificatorio perverso frustró sus esperanzas antes de lo previsto en los Juegos de París y para el 2025 se animó a «probar» los 1.500.

Sexto en el Mundial short track de Nankín (China), pese a manifestar su preferencia por competir en el 800, tras iniciar otro curso concentrado en Sudáfrica, Adrián Ben se muestra más sólido que nunca a sus 27 años. Campeón de España en Tarragona, la primera semana de agosto, siguió trabajando desde entonces con el grupo de Arturo Martín. Su concentración en altura en Navacerrada solo tuvo un parón para dar el pregón de las fiestas de San Roque de Viveiro en un incómodo viaje en tren detenido en Sanabria por los incendios que hace un mes asolaron parte de la Península Ibérica.

Siempre risueño y atento, orgulloso de ser «el de Viveiro», Adrián Ben comparte sus éxitos con los mismos amigos con los que congenió en el colegio y sus primeras carreras, sus padres Antonio y María José, su hermana Ana, y su novia Águeda, otra de las bazas del mediofondo español en el Mundial de Tokio. También con todo su equipo de trabajo y con los que le inculcaron sus primeras lecciones. «Siempre estuvo muy bien asesorado», recuerda su familia sin olvidar al fallecido Mariano Castiñeira, ese que recordaba que «de momento es un merdiña» al atleta que hoy come en la mesa de los grandes monstruos del 1.500.