El análisis de Manuel Piñero: la Ryder, mejor equipo o mejores jugadores

Manuel Piñero

DEPORTES

ERIK S. LESSER | EFE

Europa se compenetró impecable durante dos días, hasta que el talento de Estados Unidos emergió en los individuales

29 sep 2025 . Actualizado a las 00:31 h.

Europa cuenta con una generación de jugadores con un talento y unas condiciones para compenetrarse en la Ryder que la hacían de entrada favorita. Y su superioridad durante los dos primeros días estuvo incluso por encima de lo esperado, aunque el evento terminó muy justo por la encomiable resistencia final de los locales. Se confirma una tendencia que comenzó en 1985, cuando el Viejo Continente se quitó todos los complejos históricos para ganar y, además, se suceden en estas décadas una mayoría de proyectos norteamericanos con grandísimas individualidades, pero que no han logrado conjuntarse como equipo.

La preparación del campo denota falta de confianza

Bethpage es un campo difícil. El capitán de Estados Unidos, Keegan Bradley, decidió presentar un rough más liviano de lo habitual, para penalizar menos los errores de precisión. Un síntoma de falta de confianza y, a posteriori, además, un error, por lo que hemos visto. Porque esa preparación benefició al equipo europeo. Por otra parte, el tiempo, con la lluvia caída sobre el campo los días previos, hizo los greenes más receptivos, algo que no ayudó a los norteamericanos, que se desenvuelven mejor en plataformas duras y rápidas.

Un círculo vicioso

En la Ryder, en match play, el putt resulta clave. Los europeos comenzaron más finos en el green, y los norteamericanos, imprecisos. Esa circunstancia genera dudas, asumir riesgos, y errores; y el problema se fue agravando en un bucle para los estadounidenses.

Los puntales europeos

Dentro del alto nivel general de nuestros jugadores, cuatro estuvieron de sobresaliente, aunque pincharon el domingo: Fleetwood, Rahm, McIlroy y Rose. Y, luego, capítulo aparte para Lowry, que también ejerció un papel clave para aportar su mejor juego el sábado cuando Rory se enzarzó en polémicas con el público; y, sobre todo, emergió cuando casi todo el equipo europeo zozobraba para sumar el medio punto que retenía la Ryder.

Otros líderes, desaparecidos

El fiasco de EE. UU. fue general, hasta el arreón de orgullo de ayer. Pero es justo empezar por los jugadores de mayor jerarquía, DeChambeau y Scheffler, a los que yo jamás habría juntado en una pareja, como hizo Bradley, porque reduces oportunidades. Trasladado al bando europeo, no juntaría nunca a McIlroy y Rahm. Además, el número uno mundial, otra vez, como en Roma, estuvo irreconocible. Scheffler no se adapta al match play por equipos. Sí destacaron Spaun y Young, jugadores espectaculares de Ryder de cara al futuro por sobriedad y seguridad.

Datos, pero sobre todo afinidad

Hoy en día el conocimiento de los datos puede ayudar a tomar algunas decisiones: qué jugadores salen por los hoyos pares o los impares en los foursomes, por ejemplo. Pero la afinidad entre los integrantes de una pareja —ser amigos, entrenar juntos...—, o su complementariedad, son lo más relevante a la hora de hacer las parejas. Se lo dije al capitán europeo, Tony Jacklin, en 1985, en The Belfry. «Ya tienes tres parejas hechas que funcionan, lo vemos todos; solo hace falta la cuarta». Eso pasó en Bethpage con el tándem Rahm-Hatton, el de los irlandeses y los que forman los ingleses en varias combinaciones. Si funcionan tres, ponlas.