La metamorfosis del Atlético de Madrid en 154 horas

Javier Varela COLPISA

DEPORTES

AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

Los del Cholo Simeone dieron un giro de 180 grados, con un balance de tres victorias y doce goles a favor, desde que el pasado miércoles perdía 1-2 ante el Rayo Vallecano

01 oct 2025 . Actualizado a las 17:53 h.

El pasado miércoles a las 23.00 horas ningún aficionado del Atlético presente en el Metropolitano pensaba que apenas 150 horas más tarde su equipo iba a haber dado un giro de 180 grados a una situación límite. A esa hora del 24 de septiembre, el conjunto rojiblanco perdía 1-2 con el Rayo Vallecano en casa y se veía a 12 puntos del Real Madrid, con apenas 6 puntos de 18 posibles en Liga, y con una derrota en la primera jornada de la Liga de Campeones ante el Liverpool.

Se ponía en duda la inversión millonaria en los ocho fichajes que llegaron en el mercado de verano, se señalaba a algunos de los futbolistas que no habían empezado de la mejor manera, el juego del equipo volvía a ponerse en tela de juicio y Simeone se colocaba en la diana y muchos ya veían el fin de ciclo del entrenador más longevo de la historia de la Liga en un equipo.

Pero todo cambió en apenas 10 minutos, el tiempo que necesitó Julián Álvarez para marcar dos goles al conjunto vallecano, firmar su primer triplete con el Atlético y dar la vuelta al marcador y a una dinámica negativa sin retorno en la que parecía haber entrado el conjunto rojiblanco. Tres goles que dieron tres puntos y mucho más a los muchachos de Simeone.

Un cambio de chip que le permitió afrontar el derbi ante el Real Madrid pleno de moral y completar su cuarto partido en apenas ocho días ante el Eintracht, con la tranquilidad que da el buen juego y los goles. Porque el fútbol son los goles. Ante el Mallorca, a pesar de ponerse por delante —como en todos los partidos ligueros del curso— con un hombre menos, el Atlético terminó empatando y dejando un sabor de boca conocido entre la parroquia atlética. Un equipo incapaz de mantener una renta a favor. Algo parecido pasó en el Metropolitano con el Rayo. A pesar de ponerse de nuevo por delante, los dos goles de los vallecanos voltearon la situación para poner al Atlético contra las cuerdas. Y ahí el equipo tocó la famosa tecla con la que no había dado Simeone en los primeros partidos ligueros, como él mismo confesó.

Con todo perdido, el Atlético decidió que era el momento de jugar al ataque y de buscar, como dirían los taurinos, 'puerta grande o enfermería'. Y salió cara. Puerta grande para la Araña y un chute de moral para un equipo que entendió que está más confeccionado para atacar que para defender, y que la mejor forma de aguantar un resultado es buscar ampliarlo con el balón. Con la lección aprendida, los de Simeone saltaron al derbi del Metropolitano con las ideas claras y sabiendo que con balón es un equipo mejor. De nuevo se puso por delante y en dos fogonazos —con la inestimable ayuda de Lenglet y Le Normand— el Real Madrid dio la vuelta al marcador.

Pero no se vio al Atlético temeroso y sin carácter de otras ocasiones y sí este nuevo Atleti que apuesta por el balón, por jugar rápido, por anteponer el ataque a la defensa y por buscar la portería contraria en lugar de mirar de reojo a la propia. Y empezaron a llegar los goles hasta cinco, para dar un manotazo al eterno rival y cargar un poco más la aguja de la energía. El horizonte había cambiado. El Real Madrid estaba a seis puntos, se había remontado el vuelo, el juego del equipo enamoraba y el Metropolitano parecía haber firmado una paz de una guerra —más de las redes sociales que del mundo real— entre cholistas y anticholistas.

Otra manita ante el Eintracht

El último partido de este carrusel de partidos a los que se ha visto abocado el Atlético llegó en la Champions y ante el Eintracht. Y los rojiblancos volvieron a utilizar el mismo librillo de los últimos días y firmaron una primera parte fantástica en juego, actitud, aptitud, velocidad, verticalidad, desborde, presión, carácter, desparpajo... Con un pelo más de acierto, hubiera marcado más goles en la primera parte pero dejó sentenciado el choque con un 3-0 más que justo. En la segunda pareció tomarse un respiro y el equipo alemán le recordó al Atleti que no está hecho para ver los toros desde la barrera. Y el Atleti aceptó el envite como mejor sabe, con el balón y jugando al ataque.

Así llegó una nueva manita para confirmar la mejoría de un equipo que parece haber entendido que le van las cosas mejor cuanto más cerca vive del área rival. 12 goles en tres partidos desde aquel miércoles a las 23 horas. «Estamos presionando bastante, siendo agresivos y metiendo mucho ritmo al partido. Ese es nuestro fuerte, nuestro fútbol y hay que seguir así. Queremos meter goles y no encajar. Siempre queremos más», dijo Antoine Griezmann tras el duelo ante los alemanes. El domingo ante el Celta tiene el reto de acabar con la mala racha fuera de casa y marcharse al nuevo parón de selecciones con el regusto de una metamorfosis que se labró en apenas 150 horas.