Bronce europeo a la constancia: sin un antebrazo, el ourensano Manuel G. Rosendo brilla en el parabádminton

Luis Manuel Rodríguez González
Luis M. Rodríguez OURENSE / LA VOZ

DEPORTES

Manuel G. Rosendo, medallista en el Campeonato de Europa de Parabádminton.
Manuel G. Rosendo, medallista en el Campeonato de Europa de Parabádminton. Miguel Villar

Rosendo, que tiene una discapacidad en un brazo por una complicación de nacimiento, compite interncionalmente y hace de todo en un club de fútbol

09 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel G. Rosendo (Ourense, 1999) creció sin su antebrazo izquierdo por una complicación de nacimiento y eso no impidió que fuera un niño inquieto y apasionado por el fútbol. Del patio del centro escolar pasó a equipos como el Santa Teresita, el Ribadavia Atlético y A Bola, disfrutando de una pasión deportiva que dio paso a su nueva expresión hace tres años.

«Había jugado al bádminton en el colegio, pero no volví a hacerlo hasta que Nuria Fernández me dijo que debería probarlo de nuevo en el Club Athlos. Me gustó por sus valores y por el compañerismo que se respiraba allí. Incentivó mi espíritu de superación. Además, a nivel competitivo se me dio bien desde el principio. Fui segundo en mi primer torneo individual, como en mi debut en un nacional, donde logré ganar en dobles», admite el internacional, que desde entonces colecciona triunfos y medallas en una línea realmente emergente. Su última alegría fue la que celebró hace escasos días en Estambul, terminando tercero en el Campeonato de Europa, dentro de la categoría SU5, en dobles masculinos.

El gijonés Pablo Serrano es su compañero de batallas desde que se decidió a salir al exterior: «Es mi colega y, aunque estamos en ciudades distintas, hemos consolidado una pareja muy competitiva. Además nos lo hemos currado mucho, porque viajamos a numerosos puntos de todo el planeta. Antes del europeo ya fuimos terceros en un torneo muy importante en la capital de Perú y repetimos podio en Turquía».

El itinerario incluyó muchas horas de avión, desde Australia, Tailandia e Indonesia, a las grandes convocatorias españolas en Vitoria o Toledo. A finales del pasado año, la dupla española logró situarse en la cuarta plaza del escalafón universal de su división (con discapacidad de brazo). Aún así, el momento crucial es el de los campeonatos: «Puedes llegar bien clasificado en el ránking, pero si no tienes suerte en el sorteo o tienes una mala tarde, te quedas fuera de juego».

Esta vez les frenó el azerbaiyano Aliyev y el paralímpico polaco Mroz, mientras que la final se la llevaron los franceses Loquette y Mazur, que «también son muy buenos», como señala Rosendo. La rivalidad es cerrada y el binomio galaico-asturiano sigue esforzándose para llegar con opciones al próximo mundial, a principios del 2026 en Baréin: «A Estambul tampoco llegamos como favoritos a las medallas y lo logramos. En un mundial están además los asiáticos, que son auténticas potencias, sobre todo en Malasia, Indonesia y últimamente también India, pero queremos intentarlo».

Inquieto y tenaz

Y si Manuel es capaz de prepararse con el máximo empeño, durante las ocho horas semanales que le dedica a sus entrenamientos de parabádminton, eso no evita que también se vuelque con otras ilusiones, como la de consolidar el Rayo 21: «Ocho amigos nos comprometimos con Carlos Docampo, presidente del Santa Teresita, para darle una vuelta al club. Implicamos a todo el barrio de O Vinteún y, desde el cambio de nombre, hemos conseguido llegar a los 40 patrocinadores. Trabajamos con 220 niños, la mayoría de aquí, y me da que esta temporada podremos celebrar más de un ascenso, porque contamos con unas hornadas muy buenas y quizás ya sea oportuno que el sénior llegue a la Primera Futgal».

En ese escenario del campo de As Eiroás, el joven deportista hace también gala de su inquietud y de su perseverancia: «Queríamos dinamizar el club y hay que hacer todo lo que se pueda. Aunque no he sido presidente, soy entrenador del equipo benjamín, delegado del sénior y lo que haga falta en cada momento». Rosendo incluso aprovecha su mínimo tiempo libre para dar clases de bádminton a los alumnos del IES Otero Pedrayo. Pura tenacidad entre balones y volantes.