Fran Soto recuerda con naturalidad su pasión por el Celta y también su trabajo como abogado para el Deportivo
10 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Con transparencia y cercanía, Fran Soto habla de sus gustos futbolísticos, de equipos, jugadores y de su trabajo como abogado para algunos clubes. El Celta y el Dépor pasan por la conversación, y por encima de todo, la honestidad.
—Ha dicho algo tan normal como que siendo de Vigo es del Celta.
—Es que decir lo contrario me quitaría credibilidad. Pues sí. Soy de Vigo. Nací en Vigo. Me gusta muchísimo el fútbol. Soy un apasionado del fútbol desde pequeño. Y yo creo que es algo lógico.
—Más joven habrá disfrutado de Mostovoi, Karpin... ¿Cuál era su ídolo de chaval?
—Mi ídolo era Mostovoi. Era la persona para mí diferencial. Ahora en el Celta está Iago Aspas, que también es diferencial. Pero como se ve el fútbol con 18 o 20 años es diferente a cómo se ve ahora. Uno se siente un poquito más frío en sus sentimientos hacia el fútbol. Igual con los mismos sentimientos, pero un poquito más racionales. Y sí, en aquella época aquel Celta con Mazinho, Makelele, Karpin, Mostovoi, Revivo...
—¿Era de ir al campo? ¿Era socio?
—Yo siempre fui de ir al campo. Toda mi vida. Soy un apasionado del fútbol. Fui a Balaídos, y fui muchas veces a Riazor a ver al Deportivo. Me acuerdo con 20 años estar de viaje en Holanda e ir a ver un partido del PSV; a Londres trato de ir cada equis tiempo para ver partidos. Es una ciudad que me llama mucha atención. Como hay tantos equipos, y es tan caro ir a la Premier, de joven podía ir a ver al Millwall, al Crystal Palace, al Fulham cuando no estaba en la Premier, porque me gusta mucho el fútbol.
—Se va normalizando que usted pueda decir que disfrutaba con el Celta porque la honestidad está por encima de las simpatías. Como abogado, experto en fiscalidad, ha trabajado para el Deportivo.
—También. El Deportivo era un cliente del despacho, he hecho cosas con él y tengo muy buena relación con la gente del Deportivo. Creo que es normal que una persona pueda ser seguidor de un club, y no quita, y eso lo tengo muy metido por la filosofía de Garrigues, que hay que separar mucho la parte profesional. Quien quiera confundir las cosas está fuera de este mundo. Yo puedo ser del Celta pero si el Celta baja, lo primero es lo primero, sin duda. Sobra decirlo, pero prefiero reafirmarlo.
—¿Esa época de trabajo para el Deportivo fue bonita? ¿La disfrutó?
—Sí, la disfruté porque me sentí muy cómodo. Estuve mucho sobre todo con Santiago Liste [director del departamento jurídico del club], y con Paulo [Dinis, director financiero]. Estuve muy cómodo y fue muy agradable toda la etapa de ese asesoramiento fiscal, ahora con las nuevas instalaciones en Abegondo. Justo analicé todo eso un mes antes de cambiar. Muy contento porque además esto es normal, los grandes despachos trabajan con grandes empresas y el Deportivo no deja de ser una gran empresa, un gran club y la verdad es que estuve muy cómodo.
—Además de arbitrar en el fútbol modesto, Y habrá jugado también algo al fútbol.
—Sí, en el colegio, y muy poco tiempo en el Casablanca, en Vigo. Entrené también durante una pretemporada con el Rápido de Bouzas, siendo muy pequeño. Y con los amigos jugué en equipos de fútbol 7 y en fútbol sala en una liga que se llamaba Vigo en Xogo.
—¿Cómo era como jugador, en qué zona jugaba?
—Era bastante respetuoso. Y solía jugar en el centro del campo, pero muy pronto empecé a arbitrar, salvo jugar alguna pachanga sin una posición muy clara. De hecho, antes de ser árbitro de fútbol fui árbitro de fútbol sala, en las ligas universitarias en el Cuvi; y de ahí surgió la oportunidad de pasarme al fútbol 11.
Sus sustos en el fútbol modesto y su hija ya con silbato
Soto es un enamorado del arbitraje, y enfoca todas sus aristas como un aprendizaje. Por eso también ve satisfecho el reciente debut de su hija de 12 años con el silbato. «Ella da sus primeros pasos y está cautelosa porque es relativamente pequeña, tiene 12 años... Yo no le forcé, le dije ‘‘si quieres esta vía, yo creo que puede ser muy interesante'', como decía cuando era delegado en Vigo: el arbitraje de base tiene muchísimas cosas positivas, y casi ninguna negativa. Ganas un dinero, madurez al gestionar situaciones estando prácticamente solo, haces deporte, te alejas del mundo de la noche, haces amigos. Y la parte negativa, ¿cuál es? Que te critiquen un poco».
—Pero usted también pasó situaciones delicadas como árbitro.
—A veces, sí. Pero yo digo que las situaciones malas te refuerzan.
—Dígame alguna.
—Yo tuve en mi carrera arbitral tres situaciones relativamente delicadas en tercera regional. Dos de ellas, en las que iba solo, de tener que correr hacia el vestuario y cerrar la puerta en el medio de un partido. Una en As Neves y otra en A Guarda, de decir, mejor me escapo de aquí. Y otra situación en Preferente, en Padrón, sobre el 2008. Yo era muy tarjetero, algo que creo que hacía mal, ahora que lo veo desde otro punto de vista, más frío. Había sacado tres rojas directas al Flavia en la primera parte, y el recorte del periódico que guardo ponía que había amonestado al resto del equipo excepto al portero (ríe), y a solo uno del Laracha. En el descanso decían que no querían salir a jugar la segunda parte, y yo tampoco quise, mientras no viniera la guardia civil. Fue complicado, estaba todo muy caliente, pero no pasé miedo, acompañado de los asistentes. Sí lo pasé algo peor en las otras dos situaciones, siendo más joven, al estar ahí solo. Pero yo soy muy optimista y todo eso me ayudó a ser más fuerte.
—Su caso, sin haber pitado a nivel profesional, representa la meritocracia que quiere fomentar: promocionar a los mejores y usar la nevera para los fallos.
—Sí, esa expresión no me gusta, sino ser más positivo, optimista. Los que estén en mejor forma, que sigan arbitrando partidos buenos. Lo mismo que los jugadores. Y en la meritocracia quiero profundizar, y en el tema territorial, si tienen que subir tres murcianos, porque son los mejores, pues que suban tres murcianos y no subirán de otras comunidades. Todos empezamos de cero para conseguir los objetivos que cada uno se imponga.
—¿Y el arbitraje gallego?
—Creo que el nivel del arbitraje gallego, y el global de las territoriales, es bueno. Ahora en Galicia hay dos árbitros internacionales, Alejandro Muñiz y Diego Sánchez Rojo. Y en el fútbol femenino Eugenia [Gil Soriano] es top-3, con muchas opciones de seguir avanzando en el fútbol profesional. El arbitraje gallego está bien.