«Llevo soñando con la residencia sanitaria en Lalín desde que llegué»

amelia ferreiroa LALÍN / LA VOZ

DEZA

MARCOS MÍGUEZ

Compaginó el ejercicio de su profesión con la ayuda al prójimo

18 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

maría de las mercedes pazó lorenzo, «chiruca» practicante

«El ayuntamiento daba vales para extracciones, empastes y medicamentos»

De su llegada a Lalín recuerda la Calle A sin asfaltar y una población que rondaba los dos mil habitantes, por aquel entonces. A Chiruca nadie la conoce en la capital dezana por su verdadero nombre: María de las Mercedes, una herencia de sus devotas tías, pero sí por su intenso trabajo a favor de los necesitados y por ser la practicante del odontólogo y tocólogo lalinense Mauro Fernández Silvela, su marido.

-A Mauro le conocí en Vigo, en la ciudad en la que nací, y fue en el Hospital Municipal donde yo era practicante. Posteriormente nos fuimos a Madrid, donde me dedicaba a hacer análisis y transfusiones a domicilio con Sanitas. A Lalín llegué muy joven, con 25 años, ya casada y ambos muy preparados después del trabajo desempeñado en la capital de España.

-Entiendo que el impacto sería enorme después de ejercer en Madrid y trasladarse a un pueblo pequeño, ¿qué servicios médicos había en Lalín por aquel entonces?

-En Lalín no había nada. Carecíamos de laboratorio. Teníamos que mandar todo a A Estrada y un análisis normal tardaba una semana. Era absolutamente tercermundista en lo que a medicina se refería. No había más dentistas que mi marido en toda la comarca, y también era el único tocólogo por lo que atendía a pacientes de todos los concellos y se tenía que desplazar en algunas ocasiones bastante lejos. La verdad es que llevo soñando con una residencia sanitaria desde el momento en que llegué aquí. Y mira que las cosas fueron cambiando pero todavía no tenemos una residencia de esas características.

-Tratamientos, consultas, ¿eran frecuentes?

-Mi marido tenía mucho trabajo. Además Mauro es oro y conciencia. Recuerdo que otros compañeros de profesión cobraban muchísimo más que Mauro por las consultas y así se lo hice saber. ¿Sabes lo que me contestó?: «Podes imaxinarte o que lle custa á xente darme os cartos a min por unha consulta? ¿Canto teñen que sacrificarse e traballar para poder pagar a consulta?». Nunca volvimos a hablar sobre ese particular. Mauro me educó en muchas cosas. En el caso de las personas con escasos recursos, el ayuntamiento les daba unos vales que se podían emplear para extracciones de dientes o muelas, para empastes y también para medicamentos. Los pacientes que venían a consulta eran, en la inmensa mayoría de los casos, personas del rural a las que les costaba mucho sacrificio económico poder venir.

-¿Habrá visto en consulta un poco de todo?

-De todo. Casos incluso escalofriantes. Eran otros tiempos. Se permitían determinadas prácticas poco ortodoxas, había mucho desconocimiento, la gente no estaba formada...

-Y, ¿actualmente?

-Ahora hay muchísimos más medios al alcance de todos pero también hay muchos intereses en todos los ámbitos. Tienes que renunciar a ti mismo para sentirte bien, no puedes moverte por interés y desgraciadamente es lo que prima en el día a día. No logro entender como todavía se mandan los análisis a Santiago. Algunos tienen que hacerse allí pero los más sencillos deberían de poder realizarse en Lalín y que el paciente pudiese contar con el resultado en el mismo día. Hemos avanzado, pero en determinadas cuestiones todavía falta un buen empujón. Y creo que se escucha poco, o nada, al paciente. Recientemente un médico comentaba con un colega que lo más importante era escuchar al paciente. Estoy totalmente de acuerdo.