Trescientas personas ayudan a pagar la operación en la que murió Wilmer Salazar

DEZA

La familia del estradense aún debe 10.000 dólares a la clínica venezolana
15 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La estradense Olga Otero Castro vive desde hace un año la peor de las pesadillas. En octubre del 2022 su marido, Wilmer José Salazar Hernández, viajó a Venezuela para arreglar el papeleo que la familia dejó pendiente cuando se trasladó a vivir en Galicia hace ahora cinco años y para tratar de encauzar un negocio. Estando en Caracas sufrió un problema de corazón que le obligó a ingresar en una clínica privada. La operación que iba a salvarle la vida costaba 91.000 euros.
Al no poder hacer frente al pago, a Olga Otero se le ocurrió recurrir a la plataforma Gofundme, en la que abrió una cuenta bajo el lema Wilmer merece seguir viviendo... ¡Nos necesita!. Al final, la intervención quirúrgica pudo hacerse. Wilmer sobrevivió a la complicada cirugía, pero días después falleció en el hospital a causa de una parada cardiorrespiratoria.
Ya no había esperanza, pero la factura del hospital había que pagarla igualmente. En la campaña de recaudación participaron cerca de trescientas personas que aportaron su granito de arena para ayudar a la familia. «En total conseguimos reunir 18.000 euros. Casi trescientas personas colaboraron. No me alcanzará la vida para agradecerle a toda esa gente», dice Olga Otero.
La recaudación a través de este sistema y los ahorros de la familia le permitieron ir pagando la mayor parte de la deuda, que con los ajustes en el presupuesto inicial —en el que se habían incluido materiales y servicios que finalmente no se utilizaron— quedó reducida a 87.000 euros. Sin embargo, a día de hoy la familia debe todavía a la clínica 10.000 euros.
«Los vamos a ir pagando poco a poco, cuando podamos. Lo que pasó, pasó, pero no fue una irresponsabilidad. Yo lo que quería era que lo operaran. Salió mal, pero la clínica cumplió y nosotros también vamos a cumplir. Mucha gente nos dice que no terminemos de pagarlo, que total Wilmer ya falleció, pero nosotros adquirimos el compromiso y vamos a saldar esa deuda como podamos. Nosotros somos de compromiso», explica Olga Otero.
La estradense ha encontrado un empleo que le está ayudando a tratar de salir del bache económico y psicológico. «Cuido a una pareja mayor. Ella tiene alzhéimer, pero pese a ello a él le dice papi. Son encantadores. Cuando los veo tan cariñosos se me agua el alma. Uno de mis sueños con Wilmer era llegar a viejitos. Cuando veíamos a una pareja mayor siempre decíamos: ‘Así quiero ser yo contigo, uno agarrando al otro'», cuenta Olga arrasada.
«Este trabajo es un alivio para mí en la parte económica y también me permite tener algo que hacer por las tardes», explica. Cuando el alma duele tanto, se hace eterno el tiempo libre.
«En menos de un año mi nido se me quedó totalmente vacío»
Olga ha tenido que enfrentarse en este durísimo año a dos golpes: el fallecimiento de su esposo y la separación de sus hijos. Después de varios años entre Venezuela y España intentando forjar un futuro para los cuatro, la familia estaba asentada en A Estrada.
Sin embargo, a raíz de la muerte de Wilmer, su hija María regresó a Venezuela a intentar continuar el proyecto de su padre de crear una firma de representación de medicamentos. El otro hijo de la pareja, Gabriel, empezó a estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad de Vigo. «En menos de un año mi nido se me quedó totalmente vacío. Lo de los hijos es natural. Tiene que ser así. Sabía que tenían que volar y no los quiero amarrar. Las personas me dicen: ‘La vida continúa'. Y es así, pero nunca será igual. Hay un vacío, un dolor y una tristeza que es indescriptible», explica. «Estamos juntos de mente y de corazón, y con Wilmer a la cabecera, pero físicamente...», reflexiona.
Un rosario por Instagram
Mañana se cumple un año de la muerte de Wilmer. «Era una persona excepcional. Todos los meses, el día 16, hacemos un rosario por Instagram. La iniciativa la inició una compañera de trabajo de Wilmer y hubo más de 500 personas conectadas. De España, de Venezuela, de Brasil... De medio mundo, porque él viajó mucho, conocía mucha gente y todo el mundo lo quería porque era muy bueno», dice Olga.