La recuperación de este programa de colaboración permitió un esperado reencuentro que durante los años de parón se suplió con videollamadas
17 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Adrián Fernández, Karina Taboada, Vanesa Fernández, Sandra Taboada, Verónica Basalo y José Antonio Villamayor son usuarios de Aspadeza y miembros la gran familia de la residencia de As Dores. En mayo del 2016 la agrupación dezana iniciaba en el centro de mayores lalinense un voluntariado que se vio interrumpido por la pandemia. Las restricciones se prolongaron mucho más en este tipo de instalaciones y eso hizo que estas actividades no se pudieran volver a recuperar hasta hace unos días.
Fue un reencuentro esperado y muy deseado por ambas partes. En la residencia, los mayores preguntaban continuamente por estos chicos y chicas que desbordan cariño y afecto. En Aspadeza, explica Ángeles Baldonedo, «non paraban de preguntar cando podían volver a ir porque non entendían que tardaramos tanto, pero hai que ter en conta que a nós aínda nos sacaron as restricións dos grupos burbulla en setembro do ano pasado e logo houbo un inverno con moita gripe A e houbo que agardar».
Finalmente llegó el día, y desde el pasado día 19, los seis retomaron esta actividad que se seguirá llevando a cabo de forma indefinida. Son, los mismos que iniciaron en su día esta colaboración. Cuando arrancó el programa, los seis realizaron unas clases de formación y los primeros días como voluntarios estuvieron acompañados por personal de Aspadeza. Ahora, ya son unos expertos, y comentan desde el centro «os deixamos alí e logo os vamos a recoller».
Tres de ellos van los lunes y los tres restantes los miércoles durante dos horas y en horario de 11.00 a 13.00 horas. Su labor es echar una mano allí donde les necesitan. Los seis están encantados de poder regresar a la residencia y los mayores de recibirlos. Tanto en la residencia como en Aspadeza coinciden en que «botábanse moito de menos uns a outros». Tanto que, apunta Joanna Botana, animadora en As Dores, «no paraban de pedirnos videollamadas». Pero ese a esos numerosos contactos vía telefónica, no es lo mismo que un cara a cara.
Las pasadas Navidades, los dos centros organizaron un encuentro y un grupo de mayores acudió a Mouriscade para encontrarse con los voluntarios y poder disfrutar de una jornada de convivencia con los usuarios de Aspadeza.
El voluntariado no solo estrecha lazos de amistad entre mayores y chicos de Aspadeza sino que solo genera beneficios para ambas partes. A los voluntarios les hace sentirse útiles y pueden ayudar como uno más y los mayores encuentran en ellos unos cariñosos compañeros con los que charlar, compartir buenos momentos y de quienes recibir ayuda.
De fisioterapia al comedor pasando por la lavandería
Las tareas de los voluntarios son múltiples. Hasta ahora se limitaban a la lavandería, a la cocina y al comedor, pero este año se ampliaron también a la zona de fisioterapia y a las actividades de animación que se realizan en el centro. En el comedor ayudan, por ejemplo, a poner la mesa o a servir el agua. También echan una mano en la cocina con algunas tareas y en la lavandería se ocupan de recoger la ropa ya lavada y planchada y repartirlas por los armarios de cada uno de los residentes. Ángeles Baldonedo explica que «a experiencia é moi boa e xa funcionaba moi ben. Eles síntesen útiles. Lles dan responsabilidades e poden axudar como un máis».
En la residencia también están encantados. A las tareas que ya venían desempeñando se van sumando otras. Una de ellas es echar un mano al fisioterapeuta. Se encargan de llevar a los mayores hasta la consulta y les ayudan con algunos ejercicios como lanzándoles una pelota. También participan en las actividades y talleres de animación que se realizan en la residencia. Joanna Botana se hace eco del sentir de todos los trabajadores y mayores de la residencia que, explica, «estamos encantados de que vengan». Antes de que empezaran en el 2016, Karina, dicen, ya había estado colaborando con la residencia. El miércoles le tocó el turno de pasar por el centro a Sandra, Verónica y Toño y los lunes van Adrián, Vanesa y Verónica. A la salida, un miércoles, todos expresaban su deseo de que les encantaría trabajar en el centro y el contacto con los mayores.
Con la recuperación del voluntariado, Aspadeza ya tiene en marcha todas las actividades que venían desarrollando antes de la pandemia. Entre ellas las excursiones o la colocación de carteles de las actividades culturales del Concello de Lalín.