La apasionante aventura de informar

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

A ESTRADA

Oscar Vázquez

04 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Decía Talleyrand (1754-1838) que quienes no habían conocido el Antiguo Régimen jamás sabrían de la dulzura de vivir. Desde hace años, tantos como los 28 que llevo escribiendo en La Voz de Galicia de forma habitual, creo, parafraseando al gran político francés, que quien no tiene el privilegio de sentir de cerca el latido diario de un periódico se pierde una de las más apasionantes aventuras de las que se puede disfrutar en esta vida. Yo no lo sabía, claro, cuando con 11 o 12 años iba en ocasiones en La Estrada (entonces nadie decía A Estrada) a la Librería papelería La Artística a por el ejemplar de La Voz que se compraba en casa del tío Mundo, donde mi padre tenía su despacho de abogado. «Petiño, vaite comprar o periódico», me decían, y allá iba yo, tan contento, a hacer aquel recado, origen de una afición, la lectura de este diario, que ya jamás iba a abandonar.

La Voz cumple hoy 140 años y sigue saliendo diariamente a la calle, mucho más fuerte y poderosa que cuando don Juan Fernández-Latorre la fundó, pocas semanas antes de El Espectador de Colombia, de la firma en Viena de la Triple Alianza, de que en Barcelona comenzara la construcción de la Sagrada Familia o de que la Filarmónica de Berlín diese el primero de sus miles de conciertos. En 1882 nacieron la novelista Virginia Woolf (alma del círculo de Bloomsbury), Franklin Delano Roosevelt y James Joyce. Y también los pintores Georges Braque y Edward Hopper, el músico Ígor Stravinski y el actor Bela Lugosi, insuperable Drácula (¡menuda cosecha!). Y en 1882 —reparen en el inmenso mundo transcurrido desde entonces— fallecieron el pistolero Jesse James, Charles Darwin o Giuseppe Garibaldi.

En todo ese tiempo —que cubre varias generaciones— todos los días del año (salvo los lunes durante un tiempo, el Viernes Santo, el 25 de diciembre y el 1 de enero) La Voz de Galicia ha llegado a sus lectores puntualmente, en un esfuerzo colosal que apenas tiene parangón en la historia de la prensa. En docenas de millones de ejemplares, este diario, sin el cual sería imposible imaginar a Galicia y a España en general, ha defendido los valores que fijó en 1882 su fundador: los intereses de Galicia y las libertades civiles y políticas.

Miles de personas han colaborado durante estos 140 años en ese inmenso esfuerzo colectivo. Comenzando, claro, por los lectores y continuando por los equipos directivos del diario, sus redactores, sus columnistas, los trabajadores de la rotativa, los anunciantes, los repartidores y los indispensables quiosqueros.

Pero, entre todos ellos, una persona resume, en sí misma, esa titánica labor: su actual editor y propietario, Santiago Rey, nieto del fundador, que lleva al frente de La Voz casi la mitad del tiempo de existencia del periódico. Para mí es difícil hablar de quien es ante todo un amigo entrañable, pero destacar que Santiago Rey convirtió un pequeño periódico local en el tercer diario español de información general es un acto de justicia, como lo es subrayar la importancia de una vida dedicada a una gran empresa informativa que ha dado nervio y cohesión permanente al país al que La Voz de Galicia se dirige. Porque La Voz de Galicia es, antes que nada y sobre todo, la voz de Galicia.